La era de la soledad

¿Por qué nos avergüenza tanto la soledad? Nos sentimos profundamente solos, pero hacemos todo lo posible para que no se note. Seamos honestos, nadie está tan realizado con sus relaciones como parece, y la popularidad de las citas en línea no es más que consumo inmediato (y desesperado) de compañía. Y no, estar solo no es tan trágico como se cree; la diferencia radica en cómo vivimos la soledad.

En 2023, la Organización Mundial de la Salud elevó la soledad como un tema de salud pública, lo que quiere decir que en un planeta con más de 8 mil millones de personas, irónicamente, nos sentimos solos. Experimentar soledad es como fumar 15 cigarrillos al día; incrementa hasta un 32 % el riesgo de muerte prematura, comparable con la obesidad, el tabaquismo o la contaminación ambiental. Afecta nuestra salud mental, ya que puede desarrollarse depresión, ansiedad, demencia y pensamientos suicidas. Se le conoce como la epidemia del siglo XXI.

Según la psicología, la soledad o soledad no deseada es la discrepancia entre el nivel de conexión social que deseamos y el que realmente tenemos. “No es lo mismo estar solo que sentirse solo”, aclara Benno de Keijzer, asesor en la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM, “pero si nos sentimos así es por la escasa calidad de nuestras redes sociales, y esta sensación subjetiva de soledad puede ser dolorosa y, como ya vimos, convertirse en un factor de riesgo, incluso de mortalidad temprana”.

¿Cuándo empezamos a sentirnos tan solos? ¿Es evolución? De acuerdo con el académico, la soledad como un factor de riesgo llegó junto con la progresiva urbanización, los cambios en la familia, el individualismo impuesto por el capitalismo, las crisis económicas y la pandemia de la COVID-19. Esta última puso el foco en la salud mental como nunca antes había ocurrido.

¿Fue durante la pandemia que aprendimos a aislarnos mejor? ¿No salimos del aislamiento? Y algo aún más inquietante: ¿qué nos hizo desarrollar aversión a la soledad? Hay que saber cómo percibimos y cómo gestionamos la soledad para integrarla a nuestra existencia.

La soledad es un fenómeno psicológico más que un fenómeno social, afirma el líder espiritual Sadhguru. Es más una decisión en la manera en que nos percibimos desconectados de la vida a nuestro alrededor. Desde su perspectiva, nos sentimos solos porque no notamos los milagros cotidianos: una planta, un pájaro o la tierra nos muestran que somos parte de algo.

“La percepción de desconexión es muy pesada porque nadie nota lo que está pasando a su alrededor, no notan nada. Todo lo que están viendo es el cosmos a través de las pantallas de sus teléfonos y eso es peligroso, eso es desconexión. No puedes existir aquí desconectado del resto de la existencia”, explica en el podcast House Calls with Dr. Vivek Murphy.

Murphy es el Cirujano General de los Estados Unidos y comisionado de la OMS sobre Conexión Social. Él, junto con una decena de representantes de cuatro continentes, elabora el programa mundial que dé luz a esta crisis. En esa búsqueda, el Dr. Murphy se ha sentado con especialistas de diferentes áreas como la espiritualidad. “Si estás respirando, estás conectado; la respiración es tu conexión con la existencia y es una transacción. Sin la transacción no podemos existir”, añade Sadhguru en su intercambio de ideas con el Dr. Vivek.

Hace tiempo que los profesionales de la salud trabajan desde un nuevo paradigma. A las dolencias físicas se suman las mentales. Además del paracetamol o los antibióticos, recetan descanso, actividades de ocio y desconexión que nos permiten disminuir los niveles de estrés. La meta es mente y cuerpo en armonía.

La soledad no tiene edad: tanto adultos mayores, que por su deterioro físico y cognitivo tienen dificultades para relacionarse, como las generaciones Zeta y millennials, que han crecido en la sociedad digital con las conexiones en la palma de la mano, hoy se sienten solas y ansían conexiones auténticas, más allá de las pantallas.

Es un tema estigmatizado, porque la soledad, en las dosis adecuadas y en equilibrio con la interacción social, contribuye al autoconocimiento, el desarrollo de la conciencia, la creatividad, la independencia y la supervivencia. Como lo dijo Gustavo Adolfo Bécquer: “La soledad es el imperio de la conciencia”. Quizá lo decía porque, sí, la soledad se ha depreciado en nuestro tiempo. Hoy apreciamos más ocuparnos con actividades y personas en agendas que sentimos impersonales, pero percibimos productivas. ¿Por qué tenemos tanto miedo a estar solos?

Estar en soledad podría ser el tiempo más profundo de tu vida, de acuerdo con el budismo, porque es ahí donde podemos encontrar el sentido de la misma, donde podemos tener una cita con nosotros mismos.

La soledad puede ser mejor aceptada si a aquellos que se sienten solos se les llega a hablar de sus efectos positivos. En un estudio realizado por la Universidad de Harvard en 2023 y publicado por la National Library of Medicine, los hallazgos indican que las personas que experimentan soledad aprovechan mejor los beneficios emocionales del aislamiento cuando lo consideran algo que contribuye a su bienestar.

Entonces, tanto Sadhguru como Buda, que consideraba que la soledad era un requisito previo para la paz interior, pueden estarnos guiando hacia una nueva visión de la soledad: no es tan letal como parece si le damos otra interpretación. ¿La soledad podría ser un estado ideal? El equilibrio entre interacción y aislamiento podría ser la respuesta.

En la vida yogui cuestionan la cantidad de tiempo que pasamos absorbiendo vida, es decir, en soledad. Si ello representa dos terceras partes de tu día y la tercera parte la usas para expresar aquello que aprendes en la soledad, es seguro que tu expresión será profunda y valiosa. No solo habría ruido en el mundo, sino algo de valor proveniente de cada ser humano. “Reza para que tu soledad te estimule a encontrar algo por lo que vivir, lo suficientemente grande como para morir por ello”, sentenció Dag Hammarskjold, Secretario General de la ONU, quien murió al estrellarse el avión en que viajaba para mediar un conflicto en Katanga, en el Congo Belga. La soledad es fuente de inspiración y de conexión con nuestro propósito.

Tenemos una tarea pendiente con la soledad: la manera en cómo la hacemos parte de nuestra vida, sin dolor, y si duele, saber que es pasajero. La Dra. Ruth Westheimer, experta en salud sexual, dedicó los últimos años de su vida a abordar la soledad por ser otro tema que también se consideraba tabú. En su libro póstumo The Joy of Connections, compartió cien estrategias para crear vínculos más fuertes, y una de ellas fue: “Si te sientes solo, dilo en voz alta”, pues consideraba que sus pacientes empezaban a sanar cuando admitían tener un problema. En el artículo publicado por The New York Times sobre sus aportaciones, se le cita: “Sé que si hablamos abiertamente de soledad –sin vergüenza y sin eufemismos– quienes se sienten dolorosamente desconectados también se sentirán menos solos”.

En Inglaterra, España o Países Bajos, por citar algunos, existen organizaciones con presupuesto público y privado que trabajan para combatir la soledad, como Campaign to End LonelinessSoledadES y Join Us. ¿No será que el mundo nos está diciendo que no estamos tan solos como parece? Al reconocer la soledad en nuestras vidas, descubrimos que hay otros tantos millones que comparten la misma sensación, y solo hace falta levantar el teléfono, mandar el mensaje o tocar la puerta. Escuchemos también nuestra voz; quizá la conversación pendiente sea con nosotros mismos.

Eje Global
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Comunicadora con experiencia en periodismo, producción editorial, estrategia digital, relaciones públicas y comunicación social y política.  
 
Ha colaborado para el Periódico AM, la Universidad de Guanajuato, el Gobierno del Estado de Guanajuato y el Partido Acción Nacional. Se ha desempeñado de manera independiente como fotógrafa, coach ontológico y asesora creativa.