
Según el informe de la Comisión de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos de 2020, se estima que hay más de 100 millones de personas que no tienen vivienda y, por lo tanto, viven en las calles de los grandes centros metropolitanos en todo el mundo. Diversos estudios sobre la situación de calle señalan algunas peculiaridades respecto a por qué hombres, mujeres, jóvenes o ancianos terminan en la calle, sin hogar, sin seguridad, expuestos 24 horas a todo tipo de riesgos.
Las condiciones de vida marcadas por la miseria, la pobreza extrema, la ruptura o fragilización de los vínculos sociales y familiares, la violencia y el uso abusivo de alcohol o drogas, así como otros trastornos psiquiátricos, son causas frecuentes. Además, se señala también el desempleo, la precariedad laboral y el aislamiento social como factores recurrentes en esta población.
La cuestión de las personas en situación de calle ganó mayor visibilidad tras la firma del Decreto n.° 7.053 del 23 de diciembre de 2009 en Brasil, que lanzó la Política Nacional para la Población en Situación de Calle. A partir de ese momento se empezaron a implementar políticas y programas de manera más amplia en las grandes ciudades del país. Más de diez años después, se han realizado muchas investigaciones sobre esta población, algunas de ellas centradas en la vivencia y las condiciones de vida en las calles, y otras tantas analizando la actuación de programas y servicios específicos.
El número de 100 millones de personas en esta situación en el mundo representa alrededor del 1.5 % de la población mundial. La estadística asusta, ya que, aunque los esfuerzos por combatir la pobreza extrema y las desigualdades sociales en el mundo han aumentado exponencialmente a lo largo del último siglo, aún tenemos que lidiar con cifras tan altas de personas en situación de calle.
Por el mundo
Según el Informe Económico de América Latina y el Caribe, México ha estado reduciendo las desigualdades sociales, pero todavía enfrenta serios problemas sociales y económicos, con alrededor del 40 % de su población viviendo en condiciones de pobreza. Según datos de Organizaciones No Gubernamentales (ONG), el número de personas que viven en la calle en la capital mexicana supera las 15,000.
En Rusia, antes de la Copa del Mundo de 2018, el diario O Globo (Brasil) informó que había alrededor de 5 millones de personas sin hogar en el país, de las cuales 1 millón eran niños y adolescentes. Estudios muestran que Moscú tiene la mayor proporción de personas sin techo del país, entre 10,000 y 50,000. A pesar del número cada vez mayor, aún no cuentan con una red gubernamental eficiente para ayudarlos.

La ciudad de Los Ángeles tiene una de las mayores concentraciones de personas viviendo en las calles de Estados Unidos, albergando actualmente alrededor de 57,737 personas.

El número de personas sin hogar acogidas en los refugios de Nueva York supera las 60,000, de las cuales 22,000 son menores de 18 años. La causa de la crisis en Nueva York sigue siendo la falta de asistencia de vivienda local para personas y familias que no tienen hogar
Según el Instituto Internacional de Personas sin Hogar (2024), en Filipinas alrededor de 12 millones de personas viven en viviendas inadecuadas, de las cuales 1.2 millones son niños que trabajan en las calles.
Porto Alegre (Brasil) tiene más de cinco mil personas en situación de calle, en una ciudad con un millón trescientos treinta y tres mil habitantes, de acuerdo con datos del Registro Único (CadÚnico) del gobierno federal. Un estudio de la Universidad Federal de Minas Gerais muestra que el número de personas en situación de calle en la ciudad aumentó de 4,064 en diciembre de 2023 a 5,373 en diciembre de 2024, un incremento del 32.2 % en un año. Datos del Ministerio de Derechos Humanos y Ciudadanía indican que al menos 3,189 personas vivían en situación de calle en Porto Alegre en 2022, lo que representa el 0.24 % de la población.

¿Es la indiferencia de la sociedad, de los gobiernos o son leyes equivocadas?
Los invisibles
El momento político y económico de Brasil presenta riesgos concretos para el mantenimiento de las políticas sociales dirigidas a poblaciones en situación de pobreza y vulnerabilidad social, con la posibilidad de un reforzamiento de prácticas asistencialistas, pero también higienistas.
Asistencialistas: acciones llevadas a cabo por la población u organizaciones sociales, iglesias que llevan comida, ropa y mantas, pero sin indicar apoyos, soluciones ni atención técnica por parte de los órganos gubernamentales.
Higienistas: acciones de violencia física, acoso moral e intentos de expulsar de las ciudades a las personas, sin importar su destino final, sin verificar si el SUAS (Sistema Único de Asistencia Social) ha sido implementado.
¿Sería una eutanasia permitida la perpetuación de la calle?
La eutanasia en el contexto jurídico brasileño se define como la acción intencional de acabar con la vida de otra persona, incluso si esta ha dado su consentimiento, y hasta ahora se considera un delito en Brasil, según el artículo 121 del Código Penal.
El principal argumento en contra de la eutanasia es la moralidad. Para algunas personas, la vida humana es inviolable, de tal manera que cualquier acto que ponga fin a ella se considera algo monstruoso y comparable al homicidio en todos los casos. Otro argumento es que la práctica de la muerte asistida va en contra del juramento de Hipócrates, el código moral por el cual los médicos deben guiarse. La religión también tiene un gran peso en los argumentos en contra, ya que los cristianos creen que la vida no nos pertenece, sino a Dios.
¿No sería permitir la eutanasia el mismo hecho que permitir a sujetos privados de condiciones básicas de supervivencia digna o de cuidados de salud mental?
¿Los gobiernos, al excusarse a través del discurso sobre el derecho del sujeto a ir y venir y hacer de la calle su hogar, si así lo entiende, no estarían siendo cómplices de un proceso autodestructivo?
¿Y los servicios que no toman en cuenta a este mismo sujeto y sus peculiaridades, considerando sus pocas pertenencias, su condición de dependencia química, sus vínculos con sus —muchas veces únicos— compañeros de viaje, los perros, o incluso un número de plazas insuficientes para acoger a todos?
¿La muerte, si no es física, es subjetiva?
El respeto a estos sujetos —personas que sí están viendo violados sus derechos por no tener un espacio de acceso inmediato a servicios— necesita ser un tema para los gestores. Es necesario enfrentar esta realidad caótica de las ciudades con nuevas respuestas para una población que no puede ser olvidada, abandonada o despreciada, sino realmente incluida, toda.
Posgrado en Gestión Pública y Docencia Universitaria por la Facultad Anhanguera. Tiene especialización en Psicología Social, Grupos Operativos y Psicodrama por la Universidad Popular La Bocca de Argentina, y es funcionario público municipal desde 1987. Es coordinador del Equipo de Articulación con los Consejos Municipales de la Municipalidad de Porto Alegre.