A pesar de que el propio presidente de los Estados Unidos (POTUS), Donald J. Trump, durante su primer mandato, firmó el 30 de noviembre de 2018, después de una dura negociación, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), como símbolo de los 30 años de importancia entre estos socios comerciales, este acontecimiento sirvió como una estrategia muy calculada para aprovechar los múltiples beneficios que ambos vecinos le proporcionaban, sin tomar en cuenta que, años después, la situación se saldría un poco de control.
Este bloque económico fue pionero en los años 90 en cuanto a su creación, al igual que lo fue la Zona Euro. Sin embargo, aunque este tratado ciertamente beneficiaba trilateralmente, la razón fundamental era aprovechar la mano de obra barata en México para vender en Estados Unidos e incrementar así las utilidades. Esto comenzó a cambiar después de la pandemia por COVID-19, principalmente en el sector automotriz, donde Estados Unidos entró en una desaceleración económica, mientras que los países asiáticos e India comenzaron a escalar exponencialmente en la venta de autos a mejor precio.
Este cambio macroeconómico llegó al límite cuando China, principalmente, junto con algunas otras desarrolladoras de autos, se concentraron en el sector, permitiendo la escalada del ahora gigante asiático con marcas como BYD, Geely o Great Wall. Mediante “copias” de otros autos comercializados a menor precio en el mundo, o bien a través de innovaciones en el sector eléctrico o híbrido, China logró consolidarse. Desde los años 90, el país asiático comenzó a crear zonas económicas especiales para apoyar el desarrollo automotriz, otorgando incentivos fiscales a las empresas locales, entre otros beneficios, lo que lo ha posicionado como el principal productor de automóviles del mundo desde hace varios años.
Este es solo un ejemplo del terreno que ha perdido Estados Unidos en el sector de manufacturas y también en el comercio internacional, ya que ha experimentado un creciente déficit comercial. Es decir, actualmente importa más de lo que exporta. Asimismo, ha perdido competitividad en el ámbito de la tecnología en áreas como el desarrollo de inteligencia artificial, robótica o energías renovables, donde China y Corea han liderado la lista.
Entonces, aunque Estados Unidos continúa siendo una de las principales economías del mundo y México su aliado comercial, su mercado se ha estancado debido a políticas proteccionistas y poco amigables con los empresarios internacionales. Incluso el propio presidente Trump ha utilizado su lema “Make America Great Again” como símbolo ideológico para regresar a los tiempos en los que Estados Unidos marcaba la agenda comercial mundial.
Hoy, los intereses globales son diversos, principalmente en materia comercial, ya que China e India buscan consolidarse como las principales economías del mundo. Su influencia en el consumo global es evidente en México, con el auge de tiendas como Shein y Temu, así como empresas automotrices como BYD, MG o Chirey. Esto es una clara señal de que México se ha convertido en una pieza clave en la relación económica entre China y Estados Unidos, consolidándose como una de las economías más importantes del mundo.
Por ello, el control de los mercados es hoy más crucial que nunca. El consumo se ha vuelto exponencial en torno a artículos innecesarios, y las ofertas nos convierten en el anzuelo perfecto para adquirir productos de “bajo costo”. México ha visualizado su papel como el “puente” que ahorra costos de transporte y conecta un océano con otro. En este contexto, el Corredor Transístmico promete sustituir el canal de Panamá y así reducir los costos de traslado de mercancías, lo que proporcionaría un beneficio para México a través del cobro de impuestos al transporte.
México debe ocupar un lugar en el concierto del comercio sin duda alguna, no solo por ser un país clave, grande o importante, sino porque, en la melodía del mercado, necesita tocar algún instrumento para pasar de ser un mero espectador a convertirse en músico y poder ir al ritmo de quienes marcan la pauta en la economía mundial.
Para lograrlo, las políticas económicas deben dejar a un lado la asistencia social y enfocarse en la producción, infraestructura y transporte a gran escala, donde México sí puede competir, siempre y cuando exista una buena gestión y un panorama certero sobre hacia dónde nos dirigimos y qué es lo que debemos hacer.
Eleazar Pérez Castro es Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública con especialidad en Políticas Públicas por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex) y Maestro en Gobierno y Administración Pública por la Universidad Complutense de Madrid, España (UCM). Su formación se complementa con diplomados internacionales en temas económicos por la Academia de Estudios Económicos de Bucarest, Rumanía (ASE), y en gobernanza por la Escuela de Gobierno de la UCM.
Es consultor independiente, fundando proyectos como Imagen Política Estado de México y colaborando activamente en diversas iniciativas editoriales. Su experiencia también incluye participación en el servicio público, contribuyendo en instituciones como el SESAEMM, el INFOEM, y el IEEM en México. Además, ha sido conferencista en temas de liderazgo, políticas públicas y gobernanza.