¿A quién prefiere de aliado Ecuador: a Trump o a Maduro?

¿Cuál es la diferencia entre Luisa González y el expresidente Lenín Moreno, si ambos dicen que lideran —y lideraban— las propuestas de la Revolución Ciudadana, que no son más que las iniciales de su adalid Rafael Correa? Lo que denota a leguas que no es un partido de consensos, sino de una única voluntad, por no decirlo, una tiranía.

Recuerdo perfectamente la narrativa que utilizaba el presidente en ejercicio Rafael Correa en 2017, cuando desde la presidencia del Ecuador era el gerente de la campaña de su candidato Lenín Moreno. Él decía: “la mesa está servida”.

Y desde el mismo día de la elección, el electo presidente Moreno es alejado de su partido por no hacer caso a ojos cerrados; solo por tener un pensamiento crítico en donde gobernar era diferente a hacer campaña. Estaba convencido de que la corrupción en ese momento era inmanejable y que no iba a poder ocultar esta situación por mucho tiempo, como estaban esperando que hiciera.

El expresidente Moreno sabía que, para mantener la gobernabilidad, no se requiere la imposición de un ideal, sino la construcción permanente de un país en donde se respeten y se tengan en cuenta diferentes posturas, que nutran con argumentos nuevas políticas públicas que defiendan los derechos de todos los ciudadanos, no de una pequeña élite que no desea salir del poder.

Algo que despertó la furia de su predecesor y, de manera inminente, fue expulsado de su partido por la causal de “incumplir el plan de gobierno al distribuir ilegítimamente el poder a representantes de otros partidos”, según sustentaron las directivas en el momento en que perdió su militancia.

¡Válgame Dios! Como si el que gobernara fuera el director del partido. Mejor dicho, le estaban quitando el poder, el que deseaba seguir ejerciendo en cabeza ajena, o mejor diría, en firma ajena. Lo que despertó su ataque de ira, arremetiendo sin piedad durante los cuatro años de gobierno del expresidente Moreno.

Desconocer que el presidente Lenín Moreno tenía la total autonomía para tomar sus propias decisiones de gobierno era equivocado. Ellos seguían creyendo que estaban con un borrego más que debía rendir cuentas y hacer caso a terceros, como si no fuera él capaz de tomar sus propias decisiones.

Y claro, dijeron que la mesa estaba servida, pero lo que no profundizaron era que estaba llena de migajas, la vajilla rota y faltaba hasta el mantel. Estaban seguros de que llegaría alguien sin carácter, manipulable, a quien le dirían qué hacer para continuar con la toma de un poder que llevaba diez años y que ya estaba corrompido hasta en el más alto nivel, y que no podían ceder por ambición y codicia. Algo que jamás le perdonarán al expresidente Moreno.

Ahora bien, luego de recordar estos hechos, en esta contienda electoral que cruza Ecuador, nuevamente sigue como gerente de campaña de Luisa González el expresidente Correa, todo a la distancia desde México, apoyado por muchos de sus exministros que se encuentran asilados en ese país, donde está el “cuarto de guerra” de la campaña. Hasta allá desfilan políticos, líderes, estrategas, proveedores de servicios, volviéndose visibles para lograr el reconocimiento y más adelante ser tenidos en cuenta.

De allí salen las órdenes y lineamientos que debe cumplir a cabalidad la campaña y la candidata. Supongo que esperan que, si logra la presidencia, siga haciendo el mismo caso.

Siento realmente pena al saber que el gerente de esa campaña tiene en tan bajo nivel de respeto a la candidata, y muy seguramente está esperanzado en que ella logre la presidencia para ser él quien esté detrás del poder; o como lo hemos visto durante esta campaña, seguramente sentado en la oficina del frente en Carondelet, para darle los lineamientos del gobierno que él desea dirigir, entendiendo que su pretensión es volver a enquistarse en el poder.

Conozco el carácter de Luisa González, pero a su vez hay que entender que, cuando entran en el juego de la política —que es un mundo de conveniencias—, otros sentimientos, como la gratitud, la lealtad, la admiración, la causa o el amor, se pierden. Perdemos la objetividad, y es allí donde la mayoría de hombres espera manipular infundadamente a las mujeres, desconociendo su carácter y criterio, menospreciando sus capacidades.

Podríamos crear un escenario en donde, si la candidata Luisa González llegara a ganar la presidencia de Ecuador, podría hacer la misma jugada que hizo Lenín Moreno: sacudirse y seguir sin ninguno de los que consideran que serán el poder detrás del poder, y ella construir y abanderar la premisa “el poder es para poder”.

No sería la primera vez. En la historia de América Latina lo que tenemos son ejemplos, y no creo que Ecuador sea la excepción.

Se inicia la semana de silencio electoral, pero es cuando más trabajo se debe realizar para alistar el día de la elección y seguir consolidando votos hasta el cierre de urnas, ya que es donde se gana o se pierde con un solo voto.

Esperemos que los ecuatorianos, en esta oportunidad, puedan valorar haber salido de un estancamiento mundial como un país de izquierda, cuyo mayor apoyo era Venezuela, hoy ahogado por las decisiones del Gobierno de los EE. UU., y quien no les perdonaría al gobierno de Ecuador que tuvieran ningún relacionamiento comercial con su antiguo aliado. Posiblemente los ahogaría igual.

Por el contrario, y siendo mucho más racionales, las medidas tomadas para la recuperación de la macroeconomía del Ecuador con la ayuda de cooperantes internacionales auguran una reactivación económica que permitirá la inversión y la recuperación financiera de los ecuatorianos; algo que no se ve tan rápido, pero que ya está en camino de estabilizar el país, muy bien logrado por el presidente Noboa.

Pero como siempre lo he dicho: a los 18 meses de gobierno, hasta ahora se están solucionando los problemas que dejó el anterior, y dígase, todos los problemas que dejaron 14 años de gobierno del proyecto correísta, y que hoy está pagando el ciudadano común y corriente, algo que no les dicen en sus mensajes.

Creo que es momento de que los ciudadanos miren más allá, de pensar hacia adelante y de poner en práctica lo que decía mi abuela: “El que repite, no estrena”.

Ma. Alejandra Trujillo M
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Licenciada en Relaciones Internacionales y Estudios Políticos, Administradora de empresas con énfasis en alta gerencia y planeación estratégica. Cuenta con Altos estudios en gerencia política y gobernabilidad de “George Washington University”, Maestría en Dirección de Gestión Pública. Certificada en métodos de negociación y Curso Integral de Defensa Nacional CIDENAL de la Escuela Superior de Guerra en Colombia.

Como experta en gerencia política ha participado en la estructuración de 147 campañas electorales y de gobierno, en 7 países de Latinoamérica y España. Analista, conferencista y catedrática. Premiada en la Escuela de Artes y ciencias políticas de Washington “Global Democracy 2021”por su más reciente proyecto “La construcción de democracias en América Latina”; Y por las diferentes asociaciones de consultores políticos como : Mejor consultora política de Latinoamérica ALACOP 2018, 2021, 2023; Mujer Influyente en la política; Mejor Academia política; Manejo de crisis “Presidencia de Perú” 2022, entre otros