En política, me alejo de las certezas. No porque la duda sea una virtud en sí misma, sino porque la certeza absoluta es peligrosa. La historia ha demostrado que quienes creen tener todas las respuestas suelen estar más cerca de la imposición que del diálogo. En tiempos de polarización y discursos dogmáticos, alejarse no significa retirarse, sino tomar perspectiva.
Alejarse y evaluar el tablero es un ejercicio imprescindible para quienes buscan comprender la dinámica del poder. La política no es un juego de azar, sino de estrategia. Cada movimiento responde a una lógica que, desde la cercanía, puede parecer caótica, pero vista desde la distancia, revela patrones. ¿Quién avanza con determinación? ¿Quién retrocede para ganar espacio? ¿Quién sacrifica piezas en nombre de una victoria futura? Estas preguntas solo encuentran respuesta cuando se observa con calma y sin prejuicios.
Alejarse y analizar quién es la reina y quién es el peón permite identificar a los verdaderos jugadores del poder. En muchas ocasiones, las figuras que parecen protagonistas son solo piezas de un juego mayor. La reina es poderosa, pero no es inmortal; el peón, insignificante a simple vista, puede convertirse en el elemento decisivo. En política, como en el ajedrez, la clave no es solo conocer el valor de cada pieza, sino entender quién mueve los hilos.
En un mundo donde la inmediatez domina la información y la opinión pública, la tentación de aferrarse a certezas rápidas es grande. Sin embargo, el verdadero análisis político exige tiempo, distancia y reflexión. La política es un tablero en constante cambio, y solo quienes se alejan lo suficiente pueden comprender sus verdaderas reglas.
Las fronteras se mueven como las banderas, impulsadas por el viento de la historia y las fuerzas del poder. Nada es estático en el panorama político; lo que hoy parece inamovible, mañana puede desvanecerse o transformarse. Las ideologías, los gobiernos y las naciones cambian con el tiempo, y solo aquellos que comprenden esta fluidez pueden anticiparse a los nuevos escenarios que el futuro depara.
Veo con preocupación la respuesta de los ciudadanos desde la obvia desesperanza, confusión y falta de información sobre temas de migración, economía y relaciones diplomáticas, todo sucediendo de manera simultánea a nivel mundial. La interconexión global hace que cada crisis económica, cada conflicto internacional y cada cambio en políticas migratorias repercuta más allá de sus fronteras originales. La ausencia de información clara y accesible impide que las personas comprendan los verdaderos alcances de estas transformaciones, lo que genera miedo y respuestas impulsivas.
Un estudio publicado en Political Psychology concluyó que las percepciones de división moral en la sociedad intensifican el apoyo a los líderes autoritarios. Los investigadores encuestaron a participantes en Estados Unidos, el Reino Unido y Australia, y descubrieron que quienes percibían un colapso de la moral social eran más propensos a apoyar a líderes como Donald Trump, creyendo que podrían restablecer el orden. El estudio sugiere que la percepción de polarización moral lleva a las personas a favorecer a líderes fuertes, que rompen las reglas y prometen desafiar el statu quo.
Es innegable que numerosos hechos políticos y sociales impactan profundamente en nuestra vida cotidiana y en nuestra participación como ciudadanos. Desde decisiones gubernamentales hasta movimientos sociales, los eventos que nos rodean moldean nuestra realidad y nos impulsan a actuar de diversas maneras. Sin embargo, para comprender a fondo cómo estos eventos nos afectan y cómo podemos responder de manera efectiva, es crucial recurrir a la psicología política.
Al entender esta relación entre psicología y política, podemos tomar decisiones más informadas y conscientes sobre nuestra participación ciudadana. Podemos analizar críticamente los discursos políticos, identificar posibles sesgos y manipulaciones, y desarrollar estrategias más efectivas para promover los cambios que deseamos ver en nuestra sociedad. Solo desde el análisis sereno y la educación política podemos construir sociedades más resilientes y preparadas para los desafíos del presente y del futuro.
La política, como el ajedrez, exige visión estratégica y la capacidad de anticipar movimientos. Un jugador que solo observa la pieza que acaba de mover, sin mirar el tablero completo, juega a ciegas y sin comprender la profundidad de la partida. Del mismo modo, en política, quienes se aferran a certezas inmediatas sin tomar distancia pierden la perspectiva de los verdaderos patrones de poder.
Cada pieza tiene su rol: los peones avanzan con sacrificio, los alfiles trazan diagonales inesperadas, la torre es un pilar de estabilidad y la reina despliega su influencia con gran alcance. Pero más allá del valor individual de cada pieza, lo esencial es quién mueve las piezas y con qué intención. En política, las figuras visibles pueden ser solo instrumentos de un juego mayor, donde los verdaderos estrategas no siempre están en el centro del escenario.
Alejarse no significa abandonar el tablero, sino comprender la lógica detrás de cada jugada. En un mundo donde la información instantánea y la polarización nublan la razón, la verdadera estrategia requiere paciencia y análisis. Solo quienes saben cuándo avanzar y cuándo esperar pueden anticipar el jaque mate antes de que sea demasiado tarde.
En definitiva, comprender la política implica más que reaccionar ante cada movimiento; requiere perspectiva, análisis y la capacidad de discernir entre lo aparente y lo esencial. En un escenario donde la incertidumbre y la polarización amenazan con convertir el debate en un simple intercambio de certezas inamovibles, la verdadera fortaleza radica en la reflexión crítica y la adaptación. Solo quienes se atreven a alejarse del fragor del momento pueden interpretar los patrones que rigen el poder y anticipar sus transformaciones. Porque en la política, como en el ajedrez, no gana quien se mueve más rápido, sino quien entiende mejor el tablero.
“No hay verdades absolutas, solo teorías que aún no han sido refutadas.” —Karl Popper
Soy politóloga con mención en Relaciones Internacionales, egresada de la Universidad Central de Venezuela, y cuento con una trayectoria académica y profesional enfocada en el análisis político, social y empresarial. Mi formación se complementa con un Máster en Administración y Dirección de Empresas, así como una especialización en Coaching y Programación Neurolingüística, ambos cursados en la Escuela de Negocios Europea de Barcelona, España.
A lo largo de mi carrera, he tenido la oportunidad de desempeñarme como asesora política en campañas electorales, diseñando estrategias fundamentadas en un profundo análisis del entorno y las dinámicas sociopolíticas. Asimismo, he ocupado roles de liderazgo como coordinadora en empresas privadas, donde he desarrollado habilidades en planificación, gestión de proyectos y trabajo en equipo.
Mi compromiso con el trabajo social me ha llevado a liderar iniciativas en colaboración con organizaciones no gubernamentales, orientadas a promover el desarrollo de comunidades vulneradas indígenas, generando un impacto positivo en el tejido social.