La democracia del 2024

El recién terminado 2024 será recordado por ser el año en el que casi la mitad de la población mundial acudió a las urnas, una confluencia poco usual desde que la democracia procedimental se instauró. Alrededor de 400 millones de votantes de países tan diversos en tamaño y poder geopolítico, como Rusia o El Salvador, eligieron a sus mandatarios o representantes parlamentarios.

Más de 70 países organizaron elecciones, entre ellos seis de los diez países más poblados del mundo: India, Estados Unidos, Indonesia, Bangladesh, Rusia y México.

Sin embargo, que haya elecciones no es garantía para una democracia plena, ni debería fijarse como el único requisito para definirla, con el perdón del austriaco Joseph Schumpeter, quien validaba a la democracia por su carácter procedimental.

Un claro ejemplo de ello son Rusia y Venezuela, países donde sus ciudadanos votaron sin las garantías necesarias para una competencia justa y equilibrada. Vladimir Putin mantuvo el poder, en plena guerra con Ucrania, tras deshacerse de quienes podrían hacerle sombra. De hecho, un mes antes de que los rusos votaran, en una lejana cárcel de Siberia falleció el activista Alexei Navalny, quizás el mayor opositor a Putin en sus 25 años en el poder. En Venezuela, Nicolás Maduro usó a la fiscalía y al poder judicial para cercar a sus opositores, entre ellos María Corina Machado, su mayor oponente. Ante la posibilidad de un fraude, la oposición logró demostrar a la comunidad internacional que Maduro retomaba el poder ilegalmente, mostrando las actas de votación. Cuatro meses después de las elecciones, el gobierno de Estados Unidos reconoció al opositor Edmundo González como el presidente electo del país sudamericano.

En el país más extenso de África, Argelia, el presidente Abdelmadjid Tebboune también fue reelegido en unas elecciones más que cuestionadas. Tras una cacería de brujas promovida desde la fiscalía, solo tres candidatos sobrevivieron para estar en las boletas de votación: el actual mandatario, el islamista Abdelali Hassani Cherif y el socialista Youcef Aouchiche. Tebboune eliminó a los candidatos no extremistas y polarizó la campaña para retomar el poder. Según cifras oficiales, obtuvo un poco creíble 94 % de los votos.

También en África, el ruandés Paul Kagame obtuvo su cuarto período presidencial consecutivo desde que llegó al poder en el año 2000. Valiéndose de enmiendas constitucionales y el bloqueo a seis candidatos opositores, Kagame logró relegirse con el 99 % de los votos, un 1 % más del resultado que obtuvo en 2017. Ante la falta de libertad de prensa en el país, no se puede afirmar qué tan certeros sean los números que acompañan su popularidad, pero es cierto que su figura ha logrado mantener en calma a un país que hace tres décadas era devastado por el genocidio.

En Bangladesh, la todopoderosa Sheikh Hasina, primera ministra del país de forma consecutiva desde 2009, otrora ícono de la democracia bengalí a inicios de los años 80 cuando luchaba desde las calles contra la dictadura militar que depuso a su familia del poder, ganó por cuarta vez las elecciones generales. La victoria sería pírrica, pues unos meses después miles de estudiantes saldrían a las calles para exigir su salida tras la promulgación de una norma que reservaba un tercio de los puestos en la administración pública a familiares de los veteranos de la guerra de independencia de 1971, algo a todas luces discriminatorio para un país con alta tasa de desempleo juvenil. Hasina dejó el poder y huyó a la India, país con el que mantuvo buenas relaciones mientras gobernaba. El poder ahora recae en Muhammad Yunus, premio Nobel de la Paz y actual jefe de gobierno interino.

En Azerbaiyán, el presidente Ilham Aliyev se presentó por quinta vez y, sin sorpresa alguna, volvió a ganar. Sin embargo, esta vez el voto popular sí pudo haber estado a su favor luego de la intensa campaña para destruir el enclave armenio en Nagorno-Karabaj, región que volvió a anexar a su país tras la huida de miles de armenios, el aplauso de los nacionalistas azeríes y el silencio de la comunidad internacional. Ninguno de los seis candidatos pudo hacerle sombra a Aliyev, quien gobierna el país desde hace 21 años, cuando heredó el poder de su padre Heydar Aliyev, quien gobernó con mano de hierro pocos años después de la independencia de la extinta URSS.

El 2024 también será recordado por remodelar las dinámicas de poder en algunos países. Cansados de 30 años de pésima gestión económica, muchos sudafricanos castigaron al poderoso Congreso Nacional Africano, partido que perdió gran parte de su base electoral tras el ascenso del partido ultraizquierdista Lanza de la Nación, que en seis meses logró arrebatarle seguidores al histórico partido de Mandela. El partido gobernante tuvo que hacer alianzas con sus opositores para mantenerse en un poder que ahora les es más débil que nunca.

Otro que recibió un revés electoral fue el primer ministro de la India, Narendra Modi. Su organización, el Partido Popular Indio, perdió apoyo popular entre los indios moderados luego de su gestión durante la pandemia, el presunto sometimiento a la prensa y su férrea postura nacionalista de acoso a la minoría musulmana, la cual evidentemente no votó por él y que representa el 15 % de un país con 1.428,6 millones de habitantes, según el Fondo de Población de Naciones Unidas. Para tener en cuenta la magnitud de las elecciones en la mayor democracia del mundo, se necesitaron 44 días de comicios para poder llegar a todo el país. Modi logró un tercer mandato consecutivo, pero ahora tendrá que gobernar, por primera vez, en coalición con otros partidos al no obtener la mayoría parlamentaria necesaria.

Otros tuvieron mejor desempeño. En México, no fue una sorpresa la victoria de Claudia Sheinbaum, la primera mujer en acceder al poder, pero sí el porcentaje de votos que obtuvo. Treinta y cinco millones de votos convirtieron a Sheinbaum en la candidata más votada en la historia de México, arrebatándole el título a su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, quien logró poco más de 30 millones de votos en 2018. Su partido, MORENA, gobierna además en 24 de los 32 estados que conforman México y mantiene el poder en la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.

Pero nada se acerca al caso del exgeneral indonesio Prabowo Subianto, acusado de violaciones a los derechos humanos en Timor Oriental, quien obtuvo la friolera de 96 millones de votos, un 59 % del total. Fue la mayor cantidad de votos obtenida por una persona en 2024.

Así, el 2024 quedará en la historia como el año que remodeló la estructura geopolítica, para bien o para mal. El retorno de Trump luego de cuatro años de ausencia, la retoma de los laboristas británicos luego de 14 años de gobiernos conservadores, o el apoyo al nuevo presidente iraní Masoud Pezeshkian tras las elecciones con menos asistencia en la historia de la república islámica, así como los casos antes mencionados, serán factores a considerar en los próximos años. Vox populi, vox Dei.

Eje Global
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Politólogo por la Universidad Nacional Federico Villarreal, con diversos estudios y certificaciones de la Escuela Nacional de Administración Pública de Perú. Cuenta con más de diez años de experiencia laborando en entidades públicas como la Municipalidad de Miraflores, el Jurado Nacional de Elecciones, el Ministerio de Educación y la Embajada de Israel en Perú. Actualmente labora como Analista de actividades académicas en la Autoridad Nacional del Servicio Civil – SERVIR. Además es Internacionalista certificado por la Fundación Konrad Adenauer.