
Economistas, políticos y ciudadanía infectados del cáncer metastásico de la justicia social cardenista: “a toda necesidad, un derecho”, sabiendo que las necesidades son infinitas y los recursos son finitos. Defender a los pobres es un meganegocio para los populistas. Por ello, el gran fracaso de nuestra enseñanza económica está en no saber para qué hacer economía y mucho menos cómo hacer economía. “De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.” Por eso, la megadeuda pública de casi 20 billones de pesos y el crecimiento mediocre de poco más del 2 % del PIB promedio anual durante más de 40 años —y con el obradorato fue peor: poco menos del 1 %—.
La academia debe enseñar economía con la finalidad de crear riqueza para lograr el desarrollo. “Dar un golpe de timón económico de mercado, rápido y preciso.” Nos prohibieron a Menger, Mises, Hayek, Rothbard, Friedman, Lucas y otros; y nos inculcaron el odio a Margaret Thatcher, Ronald Reagan y Miguel de la Madrid. En resumen, la izquierda ganó el debate y la narrativa, y por eso el capitalismo y el libre mercado supuestamente son unos hdspm. La izquierda es muy hábil para inventar mentiras o posverdades, y los demócratas liberales nos rendimos sin ponernos los guantes ni subirnos al ring. La tragedia nos acompaña porque pusimos a la carreta por delante de los bueyes: la distribución por encima de la producción.
Cuanto más grande es la intromisión del Estado, peor funciona la economía; las economías con Estados más grandes crecen menos. Por eso, cuando las reformas estructurales liberan a la economía del peso del Estado, esta florece: Estado ni grande, ni mediano ni chico, sino óptimo. El gobierno fracasa por lo mismo que fallan todos los gobiernos intervencionistas: el problema no son las personas, sino las ideas intrusivas. Podríamos convocar a la bondad (Madre Teresa de Calcuta) y a la inteligencia (Albert Einstein), y el socialismo va a terminar mal. Porque el problema no son los gobernantes: el problema es la planificación central.
En la economía de mercado, el empresario que, usando instrumentos legítimos, queda como único productor, lejos de ser un tirano, es un benefactor social o héroe. Porque invirtió, desarrolló y administró un negocio para producir y ofrecer una mercancía de calidad, a buen precio y con calidez. En síntesis, si deja de satisfacer las necesidades del consumidor, quebrará. Alguien que se cree una superestrella, si hace un producto que el mercado rechaza, le irá mal, porque hace algo que no le interesa a nadie.
En sociedades con mercado se convive mejor, y a quien ofrece algo con valor se le aprecia. Si crees tener puros derechos, sin obligaciones ni responsabilidades, exiges y eres un ingrato con actitud mezquina. Eso distingue a la izquierda: odia al que crea trabajo. Por eso, el empresario es un hdspm que te explota y te jode, y mientras mejor le va, más lo odias porque “te roba” como trabajador. En el libre mercado, a quien le va bien es por su propio esfuerzo: trabajo duro, ahorro y negocio. El empresario exitoso es un héroe porque arriesga: invierte, crea empleos y genera riqueza para contribuir al desarrollo. En una economía de mercado hay que portarse bien, porque si rechazan tus mercancías, vas a la quiebra. Cuando se comprende cómo funciona el mercado, se vive con plenitud.
El mensaje liberal debe retomarse para abrazar la libertad. Hay modelos que aseguran comida, casa, estudios y recreación… y eso es lo que dan en la cárcel. La disyuntiva es una libertad riesgosa o una esclavitud tranquila. Hoy, con orgullo y sin avergonzarse, nacen y resurgen más liberales, porque las ideas liberales —que parecían patrimonio de pequeños grupos— son, en realidad, el pensamiento de millones de ciudadanos silenciosos que despertaron de su letargo, estaban callados y se levantaron para defender la libertad con energía. Hoy, ser liberal y gritarlo se disfruta y nos impulsa a dar la batalla cultural.
Los izquierdistas y sus buenas intenciones generan resultados opuestos a lo que intentan: sus planes para erradicar la pobreza generan más pobreza; su protección del empleo produce más desempleo; sus controles de precios para combatir la inflación crean más inflación. Además, su deuda es inmoral, porque esta generación aprovecha el gasto público, y la cuenta la pagan las generaciones futuras, robándoles el fruto de su trabajo y su porvenir.
Te doy lo que necesitas y dame lo que necesito. No hacer lo que me costaría más hacer que comprar. El socialismo, por su estrepitoso fracaso económico, se justificó con la mentira de defender una causa noble: liberar a los oprimidos. Ataca al capitalismo por injusto y, con ese discurso demagógico, controló la educación, la cultura y los medios de comunicación para fanatizar a una generación de acomplejados, resentidos y fracasados. Es urgente curar a México del cardenismo promoviendo una batalla cultural en todo tiempo y lugar: hay que ir a todas las plazas.
La izquierda subestima y menosprecia el valor de la teoría, y te descalifica tachándote de “muy teórico”, o diciendo que “funciona en tu teoría” o que “necesitamos soluciones prácticas, no teóricas”, sabiendo que hay buenas, regulares y malas teorías. Recordemos que las ideas se adaptan por etapas: primero son ridículas, después son consideradas, y finalmente se adaptan para adoptarse.
El socialismo ataca al capitalismo por materialista, egoísta, injusto, inmoral, competitivo, insensible, destructivo y cruel. Sin embargo, es el único sistema sustentado en la libertad, la justicia y la producción. En resumen, las instituciones del capitalismo son indispensables por valiosas y complementarias:
- la propiedad privada,
- el mercado libre,
- la competencia,
- la división del trabajo, y
- la cooperación social.
Todo derrochador es enemigo público y todo ahorrador es benefactor público. Por eso, el calificativo de “héroe” al empresario, porque arriesga su capital, su talento y su trabajo para invertir con la finalidad de crear fuentes de trabajo. En el binomio empresario-trabajador se produce riqueza para transitar al desarrollo.
El obradorato ha sido el peor gobierno de nuestra historia, porque aniquiló y destruyó el capital financiero, físico, humano, institucional, político, social e intelectual, y creó una supuesta grieta entre ricos y pobres, siendo que la verdadera grieta es entre los políticos y la ciudadanía.
Licenciado en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y maestro por las facultades de Economía, Derecho y Ciencias Políticas de la misma universidad. Ha sido articulista en temas económicos y políticos en medios impresos, así como analista en medios electrónicos.
Se ha desempeñado como servidor público en varias secretarías de Estado, asesor legislativo en la Cámara de Diputados durante tres legislaturas y director de Enlace Legislativo de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo de México (CONCANACO-SERVYTUR).