Este será un año crucial para la política a nivel global, con 26 elecciones presidenciales y parlamentarias confirmadas, según datos de la International Foundation for Electoral Systems (IFES), lo que refleja la magnitud del impacto político que tendrá este año en diversas regiones del mundo.
Entre estas destacan las elecciones generales en Alemania y Canadá, las presidenciales en Ecuador y las inéditas elecciones judiciales en México. Estas contiendas no solo delinearán el futuro de cada país, sino que también reflejan las tensiones y desafíos globales en temas como la economía, la seguridad y la legitimidad democrática.
En Canadá, Pierre Poilievre, líder del Partido Conservador, lidera con claridad las encuestas, superando a los liberales de Justin Trudeau por un margen muy amplio. Este político, conocido por su retórica crítica hacia las élites y su apuesta por políticas de liberalismo clásico, ha conectado con un electorado cansado del aumento persistente en el costo de vida (inflación promedio de 4.8 % en 2024) y la pérdida de poder adquisitivo. Poilievre propone reducir impuestos corporativos, equilibrar el presupuesto y reformar las políticas migratorias, estableciendo requisitos basados en méritos. Su liderazgo promete un cambio significativo en la dirección del país, marcando un posible giro conservador en Norteamérica, en sintonía con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Es probable que el Partido Liberal, bajo el liderazgo de Justin Trudeau, enfrente su peor derrota histórica. Tras casi una década en el poder, los liberales han perdido gran parte de su base de apoyo debido a decisiones de corte progresista que se han percibido como poco efectivas, incluyendo la crisis de la vivienda y las tensiones en la política migratoria. Si los números actuales se mantienen, los liberales podrían incluso perder su estatus como el principal partido de oposición, lo que representaría una reconfiguración del panorama político canadiense. Además, las elecciones federales en Canadá, aunque programadas para celebrarse antes de octubre de 2025, podrían adelantarse al primer semestre del año, debido al debilitamiento del apoyo parlamentario a Justin Trudeau.

En Alemania, las elecciones generales marcarán un punto de inflexión tanto para el país como para Europa. Con Olaf Scholz y su coalición semáforo (SPD, Verdes y FDP) enfrentando un desgaste político debido a la crisis energética y la inflación (3.2 % en 2024), el conservador Friedrich Merz, líder de la Unión (CDU/CSU), encabeza las encuestas con un 31.3 % de intención de voto, consolidándose como el favorito para asumir la cancillería. Por otro lado, el partido conservador AfD (Alternativa por Alemania) se posiciona como la segunda fuerza con un 18.7 %, lo que refleja el descontento hacia las políticas de la actual coalición de gobierno. El SPD, liderado por Scholz, ha caído al tercer lugar con un 16.2 %, seguido por los Verdes (13.5 %) y otros partidos menores como el FDP (3.7 %) y Die Linke (3.1 %), que luchan por superar el umbral del 5 % necesario para obtener representación parlamentaria.
Las políticas progresistas implementadas por la coalición semáforo, especialmente por los Verdes, han enfrentado duras críticas. El enfoque en la transición energética, que incluyó el cierre de plantas nucleares, exacerbó la crisis energética, dejando a Alemania dependiente del gas ruso hasta antes de la guerra en Ucrania. Los subsidios para autos eléctricos y la promoción de fuentes renovables no han alcanzado sus metas, generando un aumento en los costos de energía para hogares y empresas. Esta insatisfacción ha fortalecido la narrativa de los conservadores, quienes prometen una gestión más pragmática y menos ideologizada de la economía y los recursos. Las elecciones generales en Alemania, inicialmente programadas para el 28 de septiembre de 2025, se han adelantado al 23 de febrero de 2025 debido a la disolución anticipada del Bundestag tras la crisis gubernamental de 2024.

En Ecuador, las elecciones presidenciales estarán definidas por la inseguridad y el desgaste político. Según la última encuesta, el correísmo, representado por Luisa González, encabeza la intención de voto con un 41.14 %, seguido de Daniel Noboa con un 32.32 %. Estas cifras reflejan que ninguno de los candidatos alcanzaría el umbral necesario para ganar en la primera vuelta (más del 50 % o al menos el 40 % con una ventaja de 10 puntos), por lo que el escenario más probable es una segunda vuelta.
En una posible segunda vuelta, el correísmo enfrenta un panorama desafiante. Aunque Luisa González lidera en la primera vuelta, los votantes de oposición tienden a consolidarse en torno al segundo lugar, en este caso, Daniel Noboa. La experiencia reciente en Ecuador sugiere que, si los demás sectores políticos logran unificar esfuerzos en torno a Noboa, podría capitalizar el voto anti-correísta, tal como ocurrió en elecciones pasadas. Noboa, con su discurso de renovación y enfoque en la estabilidad económica, podría atraer a votantes indecisos y a aquellos desencantados con el modelo correísta.
Por otro lado, la ventaja del correísmo radica en su maquinaria electoral consolidada y su capacidad para movilizar a sectores rurales y vulnerables, que históricamente han sido su principal base de apoyo. Sin embargo, el desgaste de su narrativa tras varios años de polarización política y los crecientes desafíos económicos del país podrían debilitar su desempeño en una segunda vuelta.
El desenlace dependerá de la capacidad de Noboa para consolidar alianzas con otros sectores políticos y de la habilidad del correísmo para mantener su base activa frente a una oposición unificada. Las elecciones presidenciales están programadas para el 9 de febrero, y en caso de ser necesaria una segunda vuelta, esta se llevará a cabo el 13 de abril.

En México, las inéditas elecciones judiciales representan un evento sin precedentes. Por primera vez, jueces, magistrados y ministros serán electos por voto popular, un modelo inspirado en el caso boliviano de 2011. En Bolivia, estas elecciones judiciales beneficiaron principalmente a candidatos alineados con el gobierno, lo que generó críticas sobre la independencia del Poder Judicial. En aquel país, la abstención fue alta, lo que permitió que el oficialismo controlara el proceso con una participación mínima pero suficiente para asegurar la victoria de sus candidatos. Este antecedente es relevante para México, donde la polarización y la falta de información sobre los candidatos podrían generar un fenómeno similar.
Si bien esta elección es presentada por la mayoría parlamentaria y la presidente Claudia Sheinbaum como un avance democrático, también plantea riesgos significativos con consecuencias impredecibles en el tiempo. En un contexto donde la narrativa oficialista tiene una fuerte presencia, la independencia judicial podría verse comprometida, especialmente si las campañas se ven dominadas por figuras afines al gobierno. Además, la falta de participación ciudadana podría traducirse en una legitimidad cuestionada para las nuevas autoridades judiciales, debilitando aún más la percepción de imparcialidad del sistema.
Este 2025 será un año crucial para entender cómo los electorados responden a los desafíos estructurales que enfrentan sus democracias. Desde la consolidación de liderazgos conservadores en Canadá y Alemania, hasta las tensiones políticas en Ecuador y México, estas elecciones no solo marcan el inicio de nuevas etapas en cada país, sino que también ofrecen lecciones sobre los equilibrios entre continuidad, cambio y representación.
Consultor y analista data-driven. Egresado de la licenciatura en Ciencias Políticas por la Universidad de Los Andes (Venezuela), del Máster en Gestión Pública de la Universidad Complutense de Madrid (España) y de la Maestría en Política y Gestión Pública del ITESO (México). Fue Director Editorial de la revista Capital Político. Actualmente es Director General de la agencia Politics & Government Consulting y CEO de la revista Eje Global en la ciudad de Miami, Estados Unidos de América.