Se cumplen 35 años de la reunificación en un momento difícil para Alemania

Eje Global

El 3 de octubre es el día en que Alemania celebra la reunificación, esa unión entre este y oeste que también cambió la perspectiva de la política alemana. Al iniciar el mes de octubre se habla ciertamente de los avances que ha tenido Alemania en cuanto a la reunificación; sin embargo, los desafíos y brechas sociales siguen estando presentes en las generaciones que crecieron durante la división alemana.

Cada año, cuando se habla de la reunificación, se siguen mencionando los aspectos económicos que no han sido equiparables entre ambas partes. Es evidente que la forma en que se ejecutaron los principios de mercado debilitó en su conjunto a las empresas del este, llevándolas a un colapso rápido y a una falta de competitividad para funcionar en la reunificación. Esto es evidente cuando se observa que los objetivos de aquellas empresas eran favorecer el tejido social más que el del mercado. Alrededor de 14,000 empresas fueron cerradas en ese momento, lo que llevó a una alta tasa de desempleo.

Hubo también un cambio que impactó en la sociedad, y este fue el tema de género. Es reconocido que las mujeres en la antigua RDA habían alcanzado una buena parte de derechos sociales y económicos: estos reconocían la fortaleza de la mujer y garantizaban sus derechos económicos a través del empleo asegurado, redes públicas de guarderías, permisos parentales y el derecho reproductivo. Ante los cambios y cierres de empresas, las mujeres se quedaron sin trabajo; los despidos generalizados también impactaron en el cierre de los centros de cuidado infantil, y las leyes cambiaron, dejando a las mujeres con un papel social y económico más restrictivo. La emancipación que habían logrado en la Alemania del Este se convirtió en una dependencia económica hacia los hombres.

Para compensar esta situación, a partir de los años 70 se empezaron a proporcionar subsidios a las mujeres para ayudar en el periodo inicial de cuidados de los hijos, además de licencias para madres y padres de hasta 12 meses con un pago de hasta el 90 % del ingreso neto. Con la introducción del Código de Familia se trató de solventar la desigualdad que había resultado desde la reunificación y así poder lograr la igualdad social.

Aunque fueron varios los cambios, el contraste generacional y el sentimiento de identidad siguen siendo muy visibles. En los pobladores de la Alemania del Este es más arraigado. Como consecuencia, también hay un sentimiento de frustración al tener poca representación entre los organismos de decisión. El profesor Nikolaus Werz llama a esto “nostalgia”, y esta nostalgia se ha convertido en un voto de protesta, un voto en contra del fenómeno de la migración descontrolada a partir de 2015, favoreciendo así al partido de extrema derecha AfD. Este partido ha sabido capitalizar las brechas salientes de la reunificación, llevando mucha de esta nostalgia a sus campañas políticas. Frases como “somos el pueblo” remiten a los ciudadanos de la parte del este alemán a identificarse con su programa político.

Algunos expertos han señalado que el coste acumulado de la reunificación se estima en casi dos billones de euros, una gran parte de los cuales han sido transferencias destinadas a elevar los estándares en el este alemán, después del caos económico provocado por la unificación. No obstante, las políticas para establecer una unificación gradual no han logrado reparar la brecha económica, y por el momento Alemania se encuentra en un camino de reformas donde el estado de bienestar se ha colapsado. Después de seis años sin crecimiento, las cifras de desempleo han crecido a tres millones de personas.

Para los alemanes de hoy, la reunificación significa hablar de las expectativas realistas que tiene el país. Un país que había sido la fuerza europea y que hoy tropieza con muchos pendientes, y con políticos que han olvidado hablar de los problemas reales de los ciudadanos.

El simbolismo del 3 de octubre quizá nos lleve a la reflexión de hacia dónde va Alemania y de los efectos que los ciudadanos tienen que enfrentar para responder a los desafíos de una nación que muestra su descontento con la dirección que llevan sus líderes. Tal descontento lleva al AfD a un 25 % de aprobación en las encuestas, mientras que el partido CDU apenas logra un 27 %, como resultado de las políticas fallidas que vive Alemania. La falta de perspectiva política y social lleva a los ciudadanos a desconfiar de las políticas que prometen hacer crecer al país.

Dra. Cintia Gil-Fichtel
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Es consultora y analista independiente en Alemania. Trabaja en áreas de investigación y consultoría sobre los siguientes temas: política y relaciones entre la Unión Europea y América Latina, cooperación internacional de Alemania, migración e integración en Alemania. Fue profesora en la Technische Hochschule Aschaffenburg. Integrante del programa de formación como mediadora lingüística y cultural en Aschaffenburg, Alemania. Es miembro de la Latin American Studies Association (LASA), con enfoque en las relaciones Unión Europea–América Latina y el papel de las diásporas en la diplomacia internacional. Ha sido invitada por la Universidad de Berlín a participar en diversas investigaciones sobre América Latina. Colabora con la revista CIDOB d’Afers Internacionals como revisora de artículos académicos. Sus publicaciones se centran en la sociedad civil y su vínculo con la Unión Europea. Ha sido entrevistada por la agencia alemana GIZ sobre política exterior alemana. En México, fue asesora en la Cámara de Diputados. Desde 2009, forma parte del grupo de asesores europeístas de la Delegación de la Unión Europea en México.

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