Importancia de la ética profesional en el uso de la inteligencia artificial en la educación

La inteligencia artificial (IA) y todas las aplicaciones y servicios basados en esta tecnología han recibido una atención considerable por parte de la comunidad científica y empresarial durante los últimos años. Si bien es cierto que los medios de comunicación y otras plataformas de divulgación han contribuido a crear unas expectativas desmedidas respecto a las posibilidades de la IA, también lo es que dicha tecnología se encuentra ya presente en muchas de nuestras actividades cotidianas: desde realizar una búsqueda en Internet hasta escuchar música desde nuestros dispositivos.

Por otra parte, como lo establece Aldo Alexander Clemente Alcocer, miembro de la Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales (REDILAT), desde mediados del siglo pasado la inteligencia artificial ha evolucionado significativamente, cuando Alan Turing, padre de la inteligencia artificial, planteó diversas interrogantes sobre la capacidad de las máquinas para pensar. En la actualidad, su desarrollo ha transformado numerosas áreas, incluida la educación, donde las tecnologías basadas en inteligencia artificial están revolucionando los métodos de enseñanza y aprendizaje, permitiendo personalización y optimización educativa. El trabajo de investigación analiza el impacto de la inteligencia artificial generativa en la educación, destacando herramientas que permiten optimizar la enseñanza y el aprendizaje. Sin embargo, pese a los grandes avances y aportaciones de esta en las distintas áreas del conocimiento, la integración de la inteligencia artificial en la educación en este primer cuarto de siglo plantea desafíos éticos, como la equidad en el acceso, la privacidad de los datos y los riesgos de superficialidad en el aprendizaje; para el uso de la inteligencia artificial se requiere un enfoque ético que promueva la justicia y la inclusión, además de una regulación adecuada para garantizar el uso responsable de estas tecnologías.

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Alan Turing (1912-1954)

Debemos comprender que el uso de la inteligencia artificial como herramienta nos permite adaptar la formación de los estudiantes según sus características y recopila gran cantidad de datos para su evaluación. Sin embargo, en el uso de la IA deben plantearse bases éticas significativas, por lo que es crucial reflexionar sobre estas cuestiones y establecer códigos éticos que guíen el desarrollo y uso de la IA en la educación, con el objetivo fundamental de que esta sea un aliado estratégico en la educación y no se constituya en un riesgo que genere limitaciones sustantivas en los procesos de enseñanza-aprendizaje, pero sobre todo en la adquisición del conocimiento.

De acuerdo con Aranda-Corral (2014), la ética en la IA educativa representa una prioridad, tanto si creemos en un mundo asistido por la inteligencia artificial aplicada a diferentes aspectos de nuestra vida, como si creemos en un mundo que se ha de sustentar en unos valores morales o éticos intrínsecos.

Por ello, es indispensable comprender que en la actualidad es inevitable que los estudiantes hagan uso de las tecnologías de inteligencia artificial, ya que esta es una herramienta capaz de realizar diversas tareas, de forma que simula las funciones cognitivas realizadas por un humano, tales como la resolución de problemas o aprender un tema particular. Sin embargo, así como existen beneficios generados por este tipo de innovación tecnológica, también existen riesgos que afectan el aprendizaje adecuado, incurriendo en prácticas donde carece la ética, como es el caso del uso del plagio, que hoy en día es una práctica recurrente que afecta negativamente la formación de los educandos. También puede la IA ser perjudicial para los docentes si esta no es utilizada correctamente.

Por otra parte, entre los beneficios que se consiguen con la inteligencia artificial en la educación, en el proceso de enseñanza y aprendizaje se encuentran la disminución del tiempo en la generación de diagnósticos, mejoras en la selección de recursos y ejercicios adecuados para el aprendizaje, disminución del uso de papel, tratamiento de información en tiempo real (recoger información y abordarla ad hoc), potenciación del aprendizaje personalizado, síntesis de resultados individualizados que faciliten el seguimiento, potenciación del trabajo interdisciplinario y aumento de la transparencia de la evaluación (Chalco López, 2023).

Vemos, por otra parte, que en la actualidad la IA se ha implementado en algunas instituciones educativas a través del Metaverso, el cual, según Flores (2023), corresponde a un entorno multiusuario constante que une la realidad física con la realidad virtual. Es decir, se establece un mundo virtual que se encuentra paralelo al mundo real. De acuerdo con Ordoñez (2022), el Metaverso corresponde a numerosas entidades que se consolidan de forma mutua; son conformaciones diversas que están siendo incorporadas en varios ambientes sociales. Es por ello que las definiciones de metaverso se encuentran muy relacionadas con la idea de un “mundo virtual”, de forma que proporciona en el usuario una fuerte sensación de estar en un entorno tecnológico que no es real, como se señala a continuación:

Tipos de Metaverso

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Fuente: Ordoñez, 2022

Por todo lo anterior, es importante, como ya lo mencioné, crear códigos éticos que establezcan los límites y parámetros para que la IA sea una herramienta en beneficio de la humanidad y particularmente una aliada para la ciencia y la educación. La IA, como el resto de las tecnologías diseñadas por el ser humano, puede derivar en aplicaciones nocivas o beneficiosas para las personas (Argandoña, 2019). La propia historia nos provee de varios ejemplos: la pólvora fue empleada originalmente en China para confeccionar fuegos artificiales, mientras que su posterior introducción en Europa derivó en la producción de armas de fuego; el conocimiento de la energía nuclear permitió, por un lado, la creación de armas de destrucción masiva y, por otro, el desarrollo de tratamientos médicos que emplean isótopos radioactivos. Ahora bien, que la tecnología se preste a diversos usos no equivale a afirmar que la tecnología en sí misma sea neutral (Martin y Freeman, 2004).

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Doctorado en Administración y Gestión Estratégica por el Centro de Investigaciones Sociales y Dirección Estratégica-CISDE, maestría en Administración de la Capacitación del Capital Humano por la Universidad del Valle de México, especialidad en docencia superior por la Universidad de Panamá y licenciatura en Trabajo Social por la Universidad de Panamá.