Ya está disponible en plataformas la película Cónclave, el thriller político y religioso que se estrenó en octubre de 2024 en los Estados Unidos, y que recaudó 118 millones de dólares frente a los 20 que costó. Y a propósito de que, tras la muerte del papa Francisco, comenzará este 7 de mayo de 2025 un nuevo cónclave, me acordé de que me había gustado mucho cuando la vi en su estreno y decidí volver a verla. Agradezco haberlo hecho.
Volver a disfrutarla, como ferviente amante del séptimo arte que soy, fue una delicia desde lo cinematográfico. Pude apreciar nuevamente su atmósfera inquietante, cargada de drama, con momentos de suspenso bien logrados mediante el uso soberbio de luces y sombras, matices, un diseño de producción destacado, encuadres exquisitos y una banda sonora espectacular, coronada con un elenco maravilloso y actuaciones magistrales. Creo que, con esto, fácilmente se puede explicar el 93 % de calificación en Rotten Tomatoes y el 7.4/10 en IMDb. La película merecía un mayor reconocimiento en la pasada entrega de los Óscar, donde solo ganó en una de las ocho categorías en las que fue nominada, siendo esta la de Mejor Guion Adaptado. Desde mi perspectiva, Ralph Fiennes debió llevarse la estatuilla por lo que, para mí, es la mejor actuación de su carrera: una interpretación contenida, pero sumamente poderosa y profunda.

“Cónclave” (2024), Focus Features. Fotogramas extraídos de la película.
Dicho esto, una sensación nueva me invadió al verla bajo la lupa del contexto actual: enfrentarnos realmente a esta coyuntura. Me concienticé de la radicalización y polarización de este nuevo cónclave, donde dos ideologías se contraponen en una lucha de poder. Sentí la trama incluso premonitoria, lo que me lleva a preguntarme: ¿Qué rumbo tomará la Iglesia en una realidad global tan polarizada? ¿Cuál será el nuevo paradigma a seguir en los próximos tiempos? ¿Deberíamos volver a los valores del pasado, en una época donde se siente que la modernidad los ha ido minando? ¿O, por el contrario, deberíamos buscar un mundo más progresista? En fin, uno comienza a plantearse cosas cuando una historia logra ese efecto inmersivo, que no siempre es cómodo.
En mi opinión, el director Edward Berger —como ya nos lo mostró en su película anterior Sin novedad en el frente— tiene la capacidad de narrar de manera extraordinaria las situaciones a las que se ven expuestos los seres humanos, presentadas de forma visualmente estética, aunque cruda, sin miedo a expresar su visión de las realidades que aborda. Creo que fue un movimiento totalmente calculado de su parte dejar al espectador —católico en este caso— con un extraño sabor de boca, especialmente con ese tercer acto que deja abierto a debate el rol femenino dentro de la institución. Esa sensación de incomodidad y disgusto que generó en algunos le aporta “carnita” a una discusión que suele cerrarse con el argumento del dogma.
Sí, es verdad que se percibe como una historia con claros tintes de izquierda, en una época donde la audiencia ya es casi alérgica a lo woke debido al hartazgo que provoca señalar como antagónicos a quienes tienen una ideología más conservadora, por el simple hecho de hacerlo. Pero la realidad es que la película plantea a un protagonista que, al inicio, se nos muestra como alguien con un peso enorme sobre los hombros en medio de esta coyuntura, mientras atraviesa una crisis personal y de fe. Y cómo este mismo personaje, a través de su arco dramático, logra generar —a pesar de su entorno— unidad y conciliación, encontrando finalmente su paz mental.
Hay que recordar que, aunque está basada en un evento real como lo es un cónclave, esto es una ficción: una historia de suspenso, intriga política, situaciones dramatizadas y personajes ficticios, que existen al servicio de la historia que se nos quiso contar.
Puede gustarte o no, y puedes encontrar significados ocultos… o no, dependiendo de los ojos con los que la veas. El arte siempre ha sido —y será— subjetivo. Pero igualmente, te invito a que la veas si no lo has hecho, o que la revivas si ya la viste, pues te aseguro que puedes descubrir algo nuevo mientras disfrutas de una gran película.
Actriz, guionista, directora y productora mexicana. Con una amplia formación en artes escénicas y cinematográficas, adquirida mediante talleres, literatura especializada, conferencias magistrales y trabajos en set, su colaboración en medios audiovisuales ha abarcado tanto labores frente como detrás de cámaras. Ha participado en diversos proyectos de distintas casas productoras, como Telemundo con Rosario Tijeras, Argos Media con la serie El club, Azteca Novelas con distintos unitarios, Dynamo con Mala fortuna, MGM con Blink Twice, PulpoCine con Masacre en el Delta (en guión y creación de personajes), Tessalit Production con Papamobile y Friquita Francis con Alma solitaria, donde se desempeñó como actriz y productora.
Ha trabajado con directores como Axel Uriegas, Carlos Bolado, Sylvain Estibal, Zoe Kravitz, Facundo Nuble y Luciano Onetti. Actualmente se encuentra en la etapa de postproducción de su primer largometraje, en el que es coescritora, codirectora y productora.