Cada 8 de marzo, miles de mujeres en Iberoamérica salen a las calles para exigir igualdad, justicia y el fin de la violencia de género. A lo largo de las décadas, se han conseguido avances importantes en derechos laborales, políticos y sociales, pero el camino hacia la equidad aún es largo. Uno de los mayores pendientes sigue siendo la brecha salarial, un reflejo de la persistente desigualdad económica que enfrentan las mujeres.
Avances en los derechos de las mujeres
Las últimas décadas han sido testigos de importantes logros para las mujeres. Algunos de los más destacados incluyen:
Participación política: En México, la paridad de género en el Congreso es una realidad, con una representación femenina del 50 %.
Acceso a la educación: Hoy en día, más mujeres que nunca acceden a la educación superior.
Leyes contra la violencia de género: Se han tipificado delitos como el feminicidio y la violencia digital en varios países de la región.
Derechos reproductivos: En países como Argentina, Colombia y México, se han logrado avances en la despenalización del aborto.
Sin embargo, estos logros conviven con desafíos persistentes, y la brecha salarial sigue siendo una de las deudas más grandes.
La brecha salarial: un obstáculo para la igualdad real
A pesar de los avances en derechos laborales, la desigualdad económica sigue limitando la autonomía de las mujeres. La brecha salarial de género se refiere a la diferencia en los ingresos entre hombres y mujeres. En Iberoamérica, esta desigualdad persiste en distintos niveles. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), las mujeres ganan, en promedio, un 20 % menos que los hombres. En México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reporta una diferencia del 14.6 %.
Las causas de esta desigualdad son estructurales: la feminización de sectores peor remunerados, la carga desproporcionada del trabajo doméstico no remunerado y la falta de acceso a puestos de liderazgo.
Además, la discriminación en la contratación y la promoción sigue siendo una barrera para muchas mujeres.
El impacto de la triple jornada en los ingresos de las mujeres
La brecha salarial no solo se explica por la discriminación en los espacios laborales, sino también por la sobrecarga de responsabilidades que asumen las mujeres. En promedio, las mujeres en América Latina dedican tres veces más tiempo que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. Esto limita su acceso a empleos de tiempo completo, oportunidades de ascenso y estabilidad económica.
El impacto de esta desigualdad es evidente: con menos ingresos, las mujeres tienen menos capacidad de ahorro, inversión y acceso a seguridad social.
Además, esta desigualdad impacta directamente en la pobreza femenina, ya que muchas mujeres son jefas de familia. Según datos del Banco Mundial, la tasa de participación laboral femenina en América Latina es del 52.4 %, en comparación con el 75.6 % de los hombres, lo que refuerza la dependencia económica y la vulnerabilidad financiera de las mujeres.
Estrategias para cerrar la brecha salarial
Para avanzar hacia la equidad, se necesitan políticas públicas con perspectiva de género. Algunas estrategias incluyen:
Implementación de leyes que garanticen la transparencia salarial.
Mayor acceso de mujeres a sectores tradicionalmente masculinizados y mejor pagados.
Creación de políticas que redistribuyan el trabajo de cuidados, como guarderías accesibles y licencias parentales equitativas.
Impulso a la educación financiera y al emprendimiento femenino.
Cerrar la brecha salarial no solo beneficiaría a las mujeres, sino que impulsaría el crecimiento económico de los países. La igualdad salarial debe ser una prioridad en la agenda pública.
El futuro de la lucha feminista
El 8M no solo es una conmemoración, sino un llamado a la acción. Para seguir avanzando, es necesario:
Exigir la implementación efectiva de políticas públicas con enfoque de género.
Fomentar la participación de más mujeres en la política y la economía.
Crear redes de apoyo y sororidad que impulsen el empoderamiento femenino.
Los logros han sido significativos, pero aún queda un largo camino por recorrer. Este 8 de marzo, no hay nada que celebrar; es momento de reflexionar sobre los pendientes y exigir acciones concretas para cerrar la brecha salarial y garantizar una igualdad real y efectiva.
Abogada y maestra en Políticas Públicas por la Universidad de Guadalajara. Especializada en temas de género, prevención de las violencias, derechos humanos y políticas públicas, así como en la agenda de las juventudes.