El mercado

En el mercado laboral hay dos elementos fundamentales para tener éxito: por un lado, el consumidor, y por otro, el empresario. El consumidor elige los productos y servicios que más le interesan y que mejor satisfacen sus necesidades. Por su parte, el empresario se esfuerza por lograr beneficios a través de su gestión individual de los negocios. Así, ambos pueden mantener una buena relación operando en un mercado donde cada uno busca satisfacer sus intereses. Sin embargo, hay un tercer elemento en esta dinámica que, dependiendo de su intervención, puede causar conflictos: el gobierno. Su papel es crucial, ya que sus políticas y regulaciones pueden afectar tanto a consumidores como a empresarios, alterando el equilibrio del mercado.

Desde el comienzo del comercio en la antigüedad, la permuta fue una parte fundamental en las transacciones de los participantes, quienes intercambiaban mercancías de acuerdo con sus intereses. Por un lado, los consumidores buscaban diversos productos, mientras que, por el otro, los agricultores ofrecían los excedentes de sus cosechas. Con el avance de la civilización y la introducción de los metales preciosos, la moneda comenzó a formar parte del comercio. A lo largo de este período, dos actores clave operaban en el mercado, interactuando de manera eficaz: ambas partes buscaban satisfacer sus intereses, ya sea en términos de satisfacción o beneficios.

En este contexto, el padre de la economía, Adam Smith, en su célebre obra Una investigación sobre la naturaleza y la causa de la riqueza de las naciones (1776), destaca las grandes ventajas que cada persona obtiene al enfocarse en una tarea específica. Esto genera un aumento de la productividad y, a su vez, permite:

1. Un incremento en la habilidad individual.

2. Una economía de tiempo en el trabajo (eficiencia).

3. La posibilidad de crear nuevas máquinas que faciliten el trabajo (rapidez y menores costos de producción).

Así, se ha demostrado que el hombre exitoso es aquel que despierta el interés en los demás. Su mérito radica en buscar su propio beneficio al ofrecer un producto o servicio de mayor calidad al otro, lo que mejora todo el entorno. Cada persona busca aplicar su capital con el objetivo de alcanzar su propia satisfacción, generando así un valor propio. Con esto, promueve la “mano invisible del mercado”, que beneficia a todos.

Podemos comprobar hoy esta verdad al observar los países con mayor libertad económica, que se basan en el derecho de propiedad, la integridad del gobierno, la justicia efectiva, la carga fiscal y los gastos del gobierno. Países como Singapur, Irlanda, Taiwán, Suiza, Luxemburgo, Nueva Zelanda, Dinamarca y Suecia se encuentran entre aquellos con los mayores índices de riqueza per cápita en el mundo.

Por otro lado, aquellos países con los menores índices de libertad económica, como Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Zimbabue y Sudán, son los más pobres económicamente. Esto se debe, en gran medida, a que cuentan con gobiernos más intervencionistas en la economía. Así, cuanto más interviene el Estado en la vida del mercado laboral, mayor es el daño que causa a la riqueza de las personas.

Es importante destacar que no estoy hablando de los partidos políticos que gobiernan los países, sino de la riqueza de cada individuo que vive en ellos y de la libertad que tienen para elegir sus mercancías en el mercado. La riqueza mejora la calidad de vida; cuanto más riqueza poseen los ciudadanos, más se benefician tanto el mercado como la sociedad en general.

El capitalismo no es el problema; al contrario, es la solución. Ha sido el responsable del aumento considerable en los estándares de vida de la humanidad, así como del crecimiento del PIB per cápita y mundial, y del aumento de la expectativa de vida global. Todo este avance se ha desarrollado a lo largo de los años gracias a un sistema económico de mercado que ha demostrado ser superior a los demás. Este sistema se basa en la propiedad privada, el emprendimiento y la libertad económica. Es un sistema novedoso en nuestra vida en sociedad que sostiene el éxito, pero también contiene vulnerabilidades.

Estamos viviendo un momento único en nuestras vidas. La tecnología ha cambiado drásticamente; los robots y la inteligencia artificial son realidades en el mercado laboral. Algunas profesiones dejarán de existir, mientras que muchas otras surgirán, lo que permitirá que el mercado opere con muchísima más eficiencia, menores costos de producción y una mejora en la calidad de vida de las personas.

Toda esta tecnología ha surgido gracias a emprendimientos impulsados por inversiones de empresarios que, al buscar mejorar sus beneficios, también benefician el entorno y la sociedad en la que están ubicados. Estas empresas buscan establecerse en países que ofrecen las mejores condiciones para operar en el mercado.

La mano invisible todavía sigue beneficiando al mercado; ojalá la sociedad lo reconozca y los gobiernos eviten interferir en un sistema que se alimenta del emprendimiento, el deseo y la libertad de crear e innovar.

Eje Global
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Doctorado en Economía por la Universidad de Salamanca (España), maestría en Administración de Negocios por la Universidad de Santa Maria (Brasil) y Licenciado en Administración por la Universidad de Cruz Alta (Brasil). Es profesor de ciencias económicas, finanzas y gestión de negocios en varios institutos de educación superior en Brasil. Es director de la firma Kruel Consultoria LTDA, con amplia experiencia en proyectos financieros y de desarrollo sectorial.