Los problemas de infraestructura en Alemania

Eje Global

Con la llegada del nuevo canciller, las propuestas de reforma se han orientado hacia el aumento del gasto público mediante un ambicioso plan de inversión. El objetivo: mejorar la capacidad de respuesta del país en distintos ámbitos mediante una renovación profunda de su infraestructura. Hablar de infraestructura en Alemania es hablar de la necesidad urgente de renovar, sanear y modernizar cientos de estructuras que, por el desgaste, el paso del tiempo y la falta de inversión, hoy resultan obsoletas.

Puede parecer sorprendente que un país con tradición de planificación y eficiencia haya descuidado durante décadas la actualización de su infraestructura. Esto se debe, en parte, a una política de inversión limitada, así como a la extrema lentitud en la ejecución de los proyectos: algunos han tardado más de una década en completarse. Como resultado, Alemania enfrenta hoy una modernización postergada, atrapada en una burocracia pesada y poco eficiente.

La creación de un nuevo fondo de inversión por 500,000 millones de euros ha generado un amplio debate nacional. El detonante fue el colapso del puente Carolabrücke, en la ciudad de Dresde, ocurrido en septiembre de 2024. Aunque no se reportaron heridos, el hecho conmocionó al país y puso en evidencia el deterioro generalizado de su infraestructura. Para el actual gobierno, lo sucedido marcó un punto de inflexión: Alemania necesita con urgencia reconstruir carreteras, ferrocarriles, sistemas de suministro de agua y energía, redes de telecomunicaciones, así como escuelas, universidades y hospitales. En palabras de Lars Klingbeil, del SPD: “Nuestro país está desgastado por el uso”.

Este diagnóstico no es nuevo. Ya en 2016 se había advertido sobre el deterioro estructural del país. Tras la reunificación, los problemas de costos y retrasos se volvieron una constante. Un ejemplo emblemático fue el aeropuerto de Berlín, diseñado para ser uno de los más modernos del país, pero cuya construcción sufrió múltiples retrasos y sobrecostos que impidieron su operación en las fechas previstas.

Durante los gobiernos de Angela Merkel, los techos al gasto público limitaron aún más las inversiones en infraestructura. El tema nunca ocupó un lugar prioritario en la agenda política, y ese desinterés acumulado ha desembocado en una crisis que hoy afecta visiblemente los servicios públicos.

Uno de los casos más críticos es el sistema ferroviario. Durante la Eurocopa de 2024, la Deutsche Bahn fue objeto de fuertes críticas debido a la impuntualidad, cancelaciones y saturación de los trenes. Muchos aficionados no pudieron llegar a los estadios, lo que dañó la imagen de eficiencia alemana ante el mundo. Desde hace más de cinco años, el servicio ha mostrado un deterioro constante. A inicios de 2025, el 37.5 % de los trenes de larga distancia no cumplió con los horarios establecidos. Esto ha generado creciente frustración entre los usuarios, que dependen del tren para ir al trabajo y realizar sus actividades diarias. La Deutsche Bahn opera alrededor de 40,000 trenes al día, y la insatisfacción ciudadana se refleja incluso en el aumento de las indemnizaciones pagadas a pasajeros, que en 2024 alcanzaron casi 70 millones de euros.

Pero no solo la red ferroviaria está al límite. El resto de la infraestructura nacional enfrenta condiciones similares de deterioro: hospitales, escuelas, redes viales, vivienda social y sistemas de telecomunicaciones muestran signos de agotamiento estructural.

Antes del cierre del año fiscal, y en vísperas del periodo de receso parlamentario, el ministro de Finanzas, Lars Klingbeil, presentó el proyecto de inversión de la coalición gubernamental. La inversión inicial será de 126,700 millones de euros, destinados principalmente a transporte, educación, atención a personas dependientes, vivienda, hospitales, digitalización y protección climática. Se trata de uno de los mayores presupuestos en décadas, con un incremento de 10,000 millones de euros respecto a 2025.

Además, se destinarán 17,100 millones de euros a investigación y desarrollo, con especial énfasis en inteligencia artificial e innovación tecnológica, buscando recuperar la competitividad científica y económica del país. Las fuerzas armadas recibirán también una expansión presupuestal, con la incorporación de 10,000 soldados adicionales. Por su parte, la ayuda financiera a Ucrania aumentará a 9,000 millones de euros anuales.

No obstante, para que estas cifras se traduzcan en transformaciones reales, Alemania deberá superar su principal obstáculo: la burocracia. La ejecución eficaz de los proyectos dependerá de la capacidad del Estado para agilizar trámites, optimizar procedimientos y garantizar la transparencia.

Andreas Rees, economista jefe de UniCredit Research en Alemania, advierte: “Confiamos en que Berlín aproveche la oportunidad, después de las vacaciones de verano, para aplicar reformas sistémicas que permitan activar el plan fiscal”.

Alemania enfrenta hoy un momento decisivo. La inversión anunciada representa no solo una apuesta por la modernización estructural del país, sino también una posibilidad concreta de mejorar la calidad de vida de su población y reforzar su competitividad internacional. El desafío no será solo económico: será político, institucional y social. La oportunidad está sobre la mesa. El tiempo, sin embargo, juega en contra.

Dra. Cintia Gil-Fichtel
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Es consultora y analista independiente en Alemania. Trabaja en áreas de investigación y consultoría sobre los siguientes temas: política y relaciones entre la Unión Europea y América Latina, cooperación internacional de Alemania, migración e integración en Alemania. Fue profesora en la Technische Hochschule Aschaffenburg. Integrante del programa de formación como mediadora lingüística y cultural en Aschaffenburg, Alemania. Es miembro de la Latin American Studies Association (LASA), con enfoque en las relaciones Unión Europea–América Latina y el papel de las diásporas en la diplomacia internacional. Ha sido invitada por la Universidad de Berlín a participar en diversas investigaciones sobre América Latina. Colabora con la revista CIDOB d’Afers Internacionals como revisora de artículos académicos. Sus publicaciones se centran en la sociedad civil y su vínculo con la Unión Europea. Ha sido entrevistada por la agencia alemana GIZ sobre política exterior alemana. En México, fue asesora en la Cámara de Diputados. Desde 2009, forma parte del grupo de asesores europeístas de la Delegación de la Unión Europea en México.