Trump y la economía postglobal: Disrupción y estrategia

“En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven.”

Nicolás Maquiavelo, El Príncipe (1513).

Durante las últimas semanas, los mercados financieros han vivido fuertes turbulencias ante las decisiones económicas tomadas por Donald Trump, quien regresó a la Casa Blanca con una agenda económica que rompe paradigmas tradicionales. La caída notable en índices bursátiles como el S&P 500 o el Nasdaq ha llevado a muchos economistas e inversionistas al pánico, generando lecturas catastrofistas sobre el futuro económico estadounidense y global. Sin embargo, pocos logran percibir la estrategia profunda y deliberada que se está ejecutando.

Eje Global

La mayoría de economistas aún analiza la realidad desde lentes conceptuales anclados en paradigmas obsoletos: imprimir dinero indefinidamente y aumentar la deuda pública sin considerar el impacto real en la sostenibilidad económica del país. Según el Secretario del Tesoro, Scott Bessen, Estados Unidos ha estado dominado por una economía financiarizada que privilegia los mercados financieros sobre la economía productiva, situación que busca revertir esta administración. En la actualidad, solo el pago de intereses de la deuda federal estadounidense iguala el presupuesto militar, el mayor del mundo (fuente: Congressional Budget Office, 2024). Recientemente se ha subrayado que es insostenible seguir en este camino y que medidas difíciles son imprescindibles para evitar una crisis más profunda.

Trump responde también a un escenario geoeconómico en transformación, marcado por el ascenso económico y tecnológico de China. La administración considera que muchas de las decisiones estratégicas deben entenderse a la luz de esta competencia estructural. La guerra comercial, las restricciones tecnológicas, la relocalización de cadenas de valor y la búsqueda de autonomía energética e industrial son parte de una estrategia mayor para reposicionar a Estados Unidos ante una potencia que ya no solo compite, sino que desafía los fundamentos del liderazgo estadounidense.

La agenda económica de Trump contempla un manejo estratégico del mercado financiero. Provocar una desaceleración controlada es parte de la estrategia para contener la inflación rápidamente, lo que permitiría reducir las tasas de interés. Esta medida facilitará el refinanciamiento de más de 9 billones de dólares de deuda en 2025 a tasas más favorables, recuperando así un margen fiscal significativo para futuras inversiones. Actualmente, la deuda federal de EE.UU. supera los 37 billones de dólares, lo que representa alrededor del 130% del PIB del país. Este nivel de endeudamiento, combinado con un déficit comercial persistente, podría conducir a una grave crisis financiera y económica si no se toman medidas responsables para gestionar y reducir esta deuda. Economistas reconocidos como Ray Dalio, Nouriel Roubini y Jeffrey Gundlach han respaldado públicamente estrategias similares.

Contrario a lo que comúnmente se interpreta, los aranceles impuestos por Trump no representan un retroceso hacia el proteccionismo cerrado, sino herramientas estratégicas de negociación orientadas hacia la reciprocidad comercial, tal como él mismo detalla en su libro “The Art of the Deal”. Ejemplos recientes como los acuerdos alcanzados con Argentina (arancel cero en la relación bilateral), Vietnam y Camboya demuestran que el objetivo final es eliminar barreras y lograr condiciones equitativas. Por ejemplo, la Unión Europea mantiene aranceles promedio más altos que Estados Unidos, según datos de la Organización Mundial del Comercio (2023). La actual administración cuestiona: “Si los aranceles son tan malos, ¿por qué ellos los tienen?”

La política económica de Trump busca consolidar la autonomía industrial estadounidense, inspirándose en modelos de desarrollo como los de China y Corea del Sur, centrados en inversiones masivas en infraestructura, energía y tecnología crítica como semiconductores y baterías. El historiador económico español Gonzalo Cañete ha destacado la importancia estratégica de estas políticas industriales activas para asegurar un crecimiento económico sólido y sostenible.

Por otro lado, un dólar sobrevaluado por años ha afectado negativamente la capacidad competitiva de Estados Unidos al encarecer sus exportaciones y abaratar las importaciones. Esta situación ha debilitado al sector manufacturero nacional, al dificultarle competir en precios frente a países con monedas más baratas. En este contexto, la administración Trump-Vance está aplicando una estrategia de depreciación deliberada del dólar como herramienta clave para impulsar la reindustrialización del país. Una moneda más competitiva abarata los productos estadounidenses en los mercados internacionales, incentivando la demanda externa, fortaleciendo las exportaciones y, a su vez, reduciendo la dependencia de bienes extranjeros. Además, una depreciación moderada favorece la sustitución de importaciones por producción nacional, lo que genera empleos, dinamiza industrias clave y reduce vulnerabilidades estratégicas en sectores como el tecnológico, energético y de defensa. Según Bloomberg y el historiador económico Gonzalo Cañete, esta orientación cambiaria no busca debilitar la economía, sino fortalecer su base productiva, reposicionando a Estados Unidos como una potencia industrial autónoma y resiliente.

Vale la pena también destacar que la pandemia del COVID-19 puso en evidencia las debilidades estructurales en las cadenas globales de suministro, las cuales no fueron capaces de responder efectivamente a las demandas de productos esenciales, especialmente en sectores críticos como el de semiconductores. Esta situación resaltó la importancia estratégica de garantizar la seguridad económica como parte fundamental de la seguridad nacional, motivando así a la administración Trump a fortalecer sectores clave para prevenir futuras vulnerabilidades.

En palabras del titular del Tesoro estadounidense, “Wall Street ha tenido un gran desempeño, pero es el turno de Main Street”. Tradicionalmente, Wall Street ha sido considerado el principal indicador de la salud económica; sin embargo, la administración actual prioriza la economía real y productiva, representada por las empresas pequeñas y medianas. Por otro lado, la reciente caída en las acciones tecnológicas conocidas como MAG 7 (Microsoft, Apple, Google, Amazon, Nvidia, Meta y Tesla) se debe principalmente al impacto disruptivo que ha generado la inteligencia artificial china DeepSeek. Esta nueva tecnología ha cambiado radicalmente el panorama competitivo en el sector tecnológico, afectando la confianza de los inversionistas en estas grandes empresas estadounidenses y provocando ajustes significativos en sus valoraciones bursátiles.

Las recientes decisiones económicas de Donald Trump no deben interpretarse bajo el simplismo del caos o la irracionalidad. Detrás de la aparente inestabilidad y turbulencia inicial existe una visión estratégica sólida y bien articulada. El manejo prudente y deliberado de la deuda pública, la negociación de aranceles recíprocos, la inversión industrial masiva y una depreciación controlada del dólar conforman un aparato diseñado para posicionar a Estados Unidos en una situación económica más sostenible, menos vulnerable y competitiva globalmente. Comprender este nuevo paradigma puede resultar incómodo para muchos, pero ignorar la lógica profunda detrás de estas decisiones sería un error aún mayor.

En síntesis, las acciones actuales no son producto del azar ni de un capricho político, sino resultado de un enfoque económico alternativo, riguroso y estratégico que podría redefinir el rol económico de Estados Unidos en el mundo para las próximas décadas. Como afirmaba George Bernard Shaw, “El progreso es imposible sin cambio, y aquellos que no pueden cambiar sus mentes no pueden cambiar nada”.

Erick Lobo
Director General at Politics & Government Consulting y Eje Global | ceo@eje-global.com | Website | + posts

Consultor y analista data-driven. Egresado de la licenciatura en Ciencias Políticas por la Universidad de Los Andes (Venezuela), del Máster en Gestión Pública de la Universidad Complutense de Madrid (España) y de la Maestría en Política y Gestión Pública del ITESO (México). Fue Director Editorial de la revista Capital Político. Actualmente es Director General de la agencia Politics & Government Consulting y CEO de la revista Eje Global en la ciudad de Miami, Estados Unidos de América.