
En medio de un escenario económico global marcado por la incertidumbre, una tendencia destaca con fuerza: los negocios propiedad de latinos en Estados Unidos crecieron un notable 40 % en la última década, de acuerdo con datos actualizados al 10 de julio de 2025. Este crecimiento ha generado más de 3 millones de empleos y una nómina anual superior a los 124 mil millones de dólares, posicionando a la comunidad latina como un actor económico clave dentro del país. Más allá de los números, este fenómeno refleja el dinamismo, la capacidad de adaptación y la resiliencia del emprendimiento latino en uno de los mercados más competitivos del mundo.
El crecimiento del 40 % en negocios latinos no es un hecho aislado. Según el Latino Donor Collaborative, el producto interno bruto generado por latinos en EE. UU. alcanzó los 4.1 billones de dólares en 2023, una cifra que, si se tratara de una economía nacional, la colocaría como la quinta más grande del mundo. Este auge se sostiene en una fuerza laboral joven y en expansión: desde 2010, los latinos han contribuido con el 58.7 % del crecimiento de la fuerza laboral estadounidense. A esto se suma un poder de compra que alcanzó los 3.78 billones de dólares en 2022, superando al de economías estatales como Texas. Los negocios latinos han mostrado presencia en sectores tradicionales como comercio, construcción y hospitalidad, pero también están ganando terreno en áreas de alto valor agregado como tecnología, servicios financieros y comercio digital.
Los emprendedores latinos han demostrado una notable capacidad para transformar obstáculos en oportunidades mediante innovación, redes comunitarias sólidas y una cultura de esfuerzo y adaptabilidad. En Texas y California —donde los latinos constituyen el 39 % y 40 % de la población respectivamente— los negocios liderados por latinos han prosperado en múltiples sectores, desde restaurantes y comercio minorista hasta tecnología, salud y servicios profesionales. Esta diversidad de sectores no solo revela su capacidad para adaptarse a las dinámicas del mercado, sino también su contribución tangible a la generación de empleo, valor agregado y cohesión social.
Desde la perspectiva latinoamericana, este fenómeno ofrece valiosas lecciones para la formulación de políticas públicas. El espíritu emprendedor latino, basado en una cultura de trabajo, innovación y cooperación, es replicable. Países como México, Colombia o Perú —con poblaciones jóvenes y contextos de transformación productiva— pueden desarrollar ecosistemas emprendedores similares, siempre que se acompañen de condiciones habilitantes. Programas como el SSBCI del Departamento del Tesoro de EE. UU., que destinó 145 millones de dólares en 2024 a pequeñas empresas de comunidades subrepresentadas, constituyen referentes para diseñar políticas de inclusión económica y fomento productivo en América Latina.
Además, la comunidad latina está abrazando nuevas herramientas tecnológicas y financieras, aprovechando el auge del comercio electrónico, las plataformas digitales y los servicios financieros alternativos. Esta transformación digital les ha permitido escalar negocios, ampliar su base de clientes y conectar con mercados internacionales, posicionándose como protagonistas de la nueva economía estadounidense.
En síntesis, el crecimiento del 40 % en los negocios latinos representa una historia de éxito económico con alto valor simbólico y práctico. Esta narrativa pone de relieve el talento, la capacidad de adaptación y la relevancia de una comunidad que ha sabido abrirse paso con ingenio y perseverancia. Para América Latina, representa una invitación a repensar el papel del emprendimiento como eje del desarrollo. La comunidad latina en EE. UU. ya está modelando una nueva realidad económica que inspira, construye y transforma.