2024: el año que colapsó Alemania

El gobierno de Olaf Scholz, que inició en 2021, tuvo un comienzo difícil debido a una larga espera y negociaciones interminables para organizar el nuevo gabinete. Tras meses de incertidumbre, se firmó un acuerdo tripartito que dio paso a lo que sería, para Alemania, una coalición desastrosa.

En su momento, el entusiasmo era tal que los tres partidos implicados apelaban al orden y al progreso en políticas ambientales que Angela Merkel no quiso aplicar. El lema de aquel entonces, “atreverse a más progreso”, parecía innovador en un régimen alemán muy bien estructurado, pero poco inclinado a hacer cambios estructurales de fondo. Sin embargo, todo ese entusiasmo y la algarabía por cambiar y progresar se materializaron en 2024 como un año de desastre, frustración para muchos ciudadanos y un caos político sin precedentes en Alemania.

Si bien Alemania había sido un referente en la democracia, 2024 se convirtió en un ejemplo para reflexionar si la democracia es funcional en un gobierno con una alta disparidad ideológica, que no logra consensos rápidos en temas cruciales como lo económico y lo social. La llamada coalición semáforo entró en una crisis política e ideológica constante, donde lo que menos hacía era gobernar. A pesar de los consensos alcanzados, Alemania se hundió cada vez más en una crisis económica y estructural que se profundizó tras la pandemia y se agudizó con el gobierno de la coalición semáforo.

Como en todo proceso político, los partidos se olvidaron de cumplir sus promesas. La realidad del país no era la que esperaban: se enfrentaron a problemas estructurales que Alemania arrastraba desde hacía más de una década. La falta de personal en áreas clave para el crecimiento interno llevó al país a una crisis.

En cuanto a la economía, el crecimiento se estancó debido a la recesión. El caos en torno al presupuesto de 2024 fue un ejemplo de la mala gestión del gobierno para generar consensos y aprobar el gasto presupuestal del año. Este hecho provocó varias discusiones dentro de la coalición, llevando finalmente a su término.

Desde la disolución de la coalición en noviembre de 2024, Alemania ha vivido un caos político frente a una crisis en su producción industrial, una disminución en sus exportaciones y un modelo social cada vez más inestable. La política alemana se enfrenta ahora a una crisis de identidad con su propia democracia, sus objetivos y la fortaleza de un país que fue reconstruido tras dos guerras.

Hoy, en 2025, Alemania parece lejos de ser la potencia europea de la que se hablaba hace más de una década. En 2024, el país estuvo al borde del colapso político, económico y social. Esto se refleja también en las estadísticas, con un canciller altamente impopular entre los ciudadanos, registrando apenas un 17 % de aprobación. Este hecho fue resaltado por la oposición, que aprovechó la situación para pedir un “voto de confianza” tras la disolución de la coalición.

Finalmente, después de un mes de incertidumbre política, caos económico y crisis social, Olaf Scholz se presentó en el parlamento el pasado 16 de diciembre para solicitar el llamado “voto de confianza”. Como era de esperarse, lo perdió. Esto abrió la puerta a conversaciones más claras sobre la posibilidad de elecciones anticipadas, que se llevarán a cabo en febrero de 2025.

Mientras tanto, los partidos ya han nombrado a sus candidatos, y la campaña electoral ha comenzado con miras a las elecciones de febrero. La crisis en Alemania está generando una menor confianza en la Unión Europea, poniendo en duda su liderazgo y la capacidad de respuesta de la UE ante esta situación.

Sin lugar a dudas, 2024 fue un año de mucha incertidumbre para Alemania: un país en crisis y con una alta preocupación social sobre su futuro.

Dra. Cintia Gil-Fichtel
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Es consultora y analista independiente en Alemania. Trabaja en áreas de investigación y consultoría sobre los siguientes temas: política y relaciones entre la Unión Europea y América Latina, cooperación internacional de Alemania, migración e integración en Alemania. Fue profesora en la Technische Hochschule Aschaffenburg. Integrante del programa de formación como mediadora lingüística y cultural en Aschaffenburg, Alemania. Es miembro de la Latin American Studies Association (LASA), con enfoque en las relaciones Unión Europea–América Latina y el papel de las diásporas en la diplomacia internacional. Ha sido invitada por la Universidad de Berlín a participar en diversas investigaciones sobre América Latina. Colabora con la revista CIDOB d’Afers Internacionals como revisora de artículos académicos. Sus publicaciones se centran en la sociedad civil y su vínculo con la Unión Europea. Ha sido entrevistada por la agencia alemana GIZ sobre política exterior alemana. En México, fue asesora en la Cámara de Diputados. Desde 2009, forma parte del grupo de asesores europeístas de la Delegación de la Unión Europea en México.