Tras más de 20 años de profundas negociaciones entre Mercosur y la Unión Europea (UE), pareciera que el Acuerdo Comercial que permitirá ampliar los lazos comerciales, económicos, tecnológicos etc., entre Europa y Sudamérica va a buen puerto. Y es que se trataría de una de las negociaciones comerciales más grandes del mundo, que busca crear una Zona de Libre Comercio (ZLC) entre los 28 países que conforman la UE y los 4 países del Mercosur (Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil).
Dentro de las principales características de este acuerdo se encuentran en primer lugar la eliminación de las barreras comerciales, incluyendo la reducción de los aranceles europeos a productos agrícolas claves para el MERCOSUR y la facilitación de los países sudamericanos a la entrada de bienes industriales y automóviles europeos; en segundo lugar se establecen reglas de origen y estándares comunes, esto se refiere a mantener regulaciones comunes para la protección de zonas geográficas europeas garantizando que productos como el Champagne o el Queso Parmesano, continúen manteniendo sus costos debido a los altos estándares de calidad, mientras que por parte de MERCOSUR se adoptarían estándares sanitarios y fitosanitarios enfocados especialmente en la exportación y comercio de productos agrícolas. Por último, pero no menos importante se encuentra la sección de sostenibilidad y desarrollo, es algo que se ha mantenido en constante evolución pero que se basa en el cumplimiento de los Acuerdos de París sobre Cambio Climático y la promoción de comercio sostenible; siendo esto último un punto álgido principalmente cuando Brasil se encontraba bajo el gobierno de Jair Bolsonaro y sus posturas ante el cambio climático y la deforestación del Amazonas.
El largo inicio hasta 2019
Las conversaciones se empezaron a desarrollar en 1999 experimentando momentos de gran optimismo frente a lo que significaría un acuerdo de esta envergadura para los miembros de ambos bloques; las negociaciones no fueron sencillas, los períodos de estancamiento, marcados por la dinámicas políticas, económicas y diplomáticas han detenido constantemente la concreción de éste; no obstante, las negociaciones (aunque lentas) continuaron desarrollándose satisfactoriamente para las partes, aunque los últimos 5 años no generaban muchas esperanzas respecto a los avances en las conversaciones, debido a las posturas de Brasil y Argentina (por parte de MERCOSUR) que dificultaban los avances, ya que no estaban conformes con las condiciones estipuladas durante las conversaciones al considerarlas desfavorables para los productores y productos nacionales, sin embargo, no eran los únicos que oponían a que este acuerdo, desde el otro lado del charco atlántico, en el continente europeo Francia utilizaba una de sus mejores técnicas diplomáticas, “La Diplomacia Danone” ; muy pocos conocen el uso de este término y es que se refiere a enfoques de política exterior de Francia en las que se promueve excesiva y activamente el comercio y los intereses económicos del país, beneficiando a las grandes empresas francesas; esta estrategia no es otra que hacer confluir los valores diplomáticos con la expansión de los negocios franceses en el extranjero. Desde Macron hasta Le Pen están de acuerdo en no generar disputas con los campesinos franceses, sobre todo después de las grandes movilizaciones y paralizaciones que tuvieron lugar en este año 2024; esta postura no es nueva ya en convenios entre países de la UE, Francia ha buscado beneficiar sus intereses por encima del “bien común de los miembros europeos”.
Importancia estratégica Europa-Sudamérica
Pese a su significativa importancia económica, este acuerdo también representa un potencial impacto político y geopolítico para los Estados miembros, ya que busca posicionar a ambos bloques como actores que claves frente a potencias comerciales como Estados Unidos y China, promoviendo un sistema multilateral que ocasionaría la consolidación de alianzas regionales afines y ya existentes entre América Latina y Europa, impulsando valores y principios democráticos y de respeto a los Derechos Humanos, así como una respuesta a los avances que ha tenido China en la región, haciendo que la UE se convierta en un socio comercial importante permitiéndole tomar nuevamente protagonismo en un mundo multipolar. Por último, a MERCOSUR lo fortalecería como actor político del bloque regional, sobre todo, considerando que la integración en América del Sur ha enfrentado grandes desafíos (fundamentalmente ideológicos), lo que podría ser un acto clave para revitalizar esta conversación de la cooperación intrarregional y los beneficios de actuar como bloque unido frente al mundo.
¿El final de las discusiones?
Este viernes pasado 06 de diciembre durante la Cumbre de MERCOSUR que se realizó en Montevideo, Uruguay, se informó a que se ha llegado a un acuerdo fructífero entre las partes (siempre y cuando los procesos de ratificación por país no lo impidan), así lo confirmó Ursula Von Der Leyen, Presidente de la Comisión Europea en una rueda de prensa en la sede del bloque sudamericano. Desde un comunicado la Comisión Europea manifestó que “este acuerdo llega un momento crítico para ambas partes, presentando oportunidades para grandes ganancias mutuas a través de la cooperación geopolítica, económica, de sostenibilidad y de seguridad reforzada”.
Pero regresamos a Francia siendo Francia, y es que la Ministra de Comercio Exterior de Francia, Sophie Primas a través de la red social X rechazó de forma tajante y contundente a llevar adelante este acuerdo, “la lucha no ha terminado” , dejando ver que desde el país galo no se encuentran conformes con la culminación de los procesos de negociación, teniendo en cuenta que esto no vincula a ninguno de los Estados miembros (refiriéndose a la UE), ya que quedarían espacios de debate ante el Consejo y el Parlamento Europeo donde Francia daría la batalla y la lucha para expresarse constantemente y mostrar su visión junto a los Estados miembros. Asimismo, desde la Presidencia francesa se destacó que el acuerdo no se ha ratificado ni firmado y que solo se trata de la finalización de las negociaciones; y como si no tuviésemos demasiado sobre la postura francesa, la Alianza Sindical Agrícola mayoritaria de Francia consideró que las declaraciones de Von Der Leyen y de la Comisión Europea son consideradas una “traición a los agricultores europeos” que aplican los más altos estándares de producción, menospreciando y descalificando a sus pares sudamericanos.
Francia no fue el único, Italia, también se manifestó en contra de la firma de este acuerdo entre bloques debido a que no se estarían considerando garantías y compensaciones acordes a los desequilibrios en el sector agrícola, pese a ello, el gobierno de Meloni expresa que la profundización de las relaciones con países MERCOSUR debe seguir siendo una prioridad europea.
Alguien debía celebrar, ¿no?, y eso fue lo hizo el Canciller alemán, Olaf Scholz, quien destacó que la consecución de este acuerdo traerá mayor crecimiento y competitividad a ambas partes del acuerdo, “creando un mercado libre para más de 700 millones de personas”. Esta postura alemana, se ha mantenido a lo largo de los más de 25 años de negociación, principalmente porque gigantes farmacéuticos como Bayer, BASF, gigantes automotores como Daimler y Volkswagen, ya tienen contemplados los negocios que se establecerán con los países MERCOSUR y como ingresar al mercado, apoyando e impulsando una política comercial abierta y basada en normas competitivas. Sin embargo, para Greenpeace Alemania, no se contemplan los desafíos de protección ambiental de forma adecuada, ni se establecen parámetros fundamentales que no violen el derecho climático internacional, considerando que no es un acuerdo que sea moderno y que se ajuste a los enfoques políticos globales
Amyeris Piñero. Politóloga por la Universidad Central de Venezuela, Magister en Gestión Pública y Desarrollo Local por el Instituto Internacional de Estudios Globales para el Desarrollo Humano (España), Magister en Políticas Públicas (c) de la Universidad de la República (Uruguay), Especialista en Comunicación Política y Electoral. Directora General de ZeitPolitik Consultores, soy consultora y asesora política en diferentes países de Latinoamerica, y he sido docente e investigadora en Universidades chilenas como la Universidad San Sebastian y la Universidad Tecnologica de Chile (Inacap).