Han pasado un par de semanas después de la elección de lo que será el nuevo gobierno alemán, pero antes de que se diera fin a la legislatura, Friedrich Merz realizó un juego político que será el sello de lo que él hará en su gobierno. Como es costumbre en política, se tienen varias formas de actuar para legitimar la campaña y sus objetivos de gobierno. En este juego, Merz envió una iniciativa al Parlamento para realizar una enmienda en la Constitución que va dirigida a disminuir el control del llamado “freno de la deuda”. Esto es, el freno de la deuda no permitía que el gobierno financiara inversiones a través de préstamos, lo que daba como resultado una economía restringida.
Si hay algo interesante, es que los alemanes evitaban —o debemos decir ahora, evitaban— endeudarse de manera general y se ajustaban al gasto programado, y así como el gobierno lo ha venido haciendo, una gran parte de los alemanes adoptó esta forma de restricción económica para poder vivir sin problemas de deudas, ahorrando para tener una vida cómoda socialmente y en la que el gobierno aportaba su parte. Este principio de no endeudamiento tomó más auge a partir de la crisis de 2008, cuando los llamados países del sur, como Italia o Grecia, habían contraído deudas y estaban al borde del colapso, lo que mantuvo a Alemania firme y centrada en contener todo endeudamiento y hacer frente a la situación con este mecanismo.
Ahora bien, lo que ha sucedido con dicha iniciativa marca un punto de cambio dentro de la política económica y fiscal del país. Friedrich Merz no habló del todo de este proyecto en campaña; sin embargo, pasados los días de la elección, decidió negociar no tanto la formación de la coalición, sino la aprobación de la reforma a la Constitución. La estrategia política de Merz ha tenido sus dualidades: por un lado, la propuesta de un endeudamiento multimillonario para ofrecer y allanar los problemas que hoy en día vive Alemania; por el otro, la puesta en marcha de las conversaciones con los partidos que perdieron la elección (los verdes y socialdemócratas) y los compromisos adquiridos para la aprobación de dicho paquete hacen que los electores se sientan traicionados.
Su discurso fue en dirección de que el endeudamiento multimillonario era necesario para tener un aumento indispensable al gasto militar y la inversión en infraestructura, a la cual desde hace más de una década no se le invierte. El plan de endeudamiento estará designado para que el gasto militar supere el 1 % del PIB y que sea dirigido a la defensa, protección civil, servicios de inteligencia, ciberseguridad y ayuda a los países atacados ilegalmente. La otra parte del plan consiste en crear un fondo extraordinario de 500.000 millones de euros que irán a la infraestructura y neutralidad climática. Esto será a lo largo de doce años.
Hay que destacar que Friedrich Merz aún no ha sido nombrado canciller; las negociaciones con el SPD, partido que le antecedió, aún siguen para dar paso a la próxima coalición. En este sentido, y aunque mucho se esperaba, la negociación de este paquete sin duda traerá consecuencias políticas que deberán poco a poco ir tomando forma durante la próxima legislatura.
Para algunos expertos, existe una clara preocupación. Veronika Grimm, del Consejo Alemán de Expertos Económicos, declaró: “El problema de las medidas está en su diseño. Existe el riesgo de que sus efectos negativos superen los positivos, contrarrestando así el efecto pretendido”.
Merz apuesta por nuevas estrategias económicas que ayuden al país a ser otra vez atractivo y que pueda superar el rezago que tiene. Sin embargo, la realidad es que Alemania sufre de una crisis estructural, con un modelo que no ha sido innovador, una burocracia que ha ido en aumento —su costo aproximado ha sido de 146.000 millones de euros al año—, mientras que el rezago en procesos regulatorios ha sido el efecto para muchos proyectos de medianas y pequeñas empresas.
Estamos ante un cambio de contexto económico importante para un país que ha sido muy conservador. La decisión también representa un cambio para la Unión Europea, sobre todo por el programa impulsado para financiar la seguridad: una seguridad que se ha tambaleado a raíz de las declaraciones de Donald Trump y que ha dejado a la Unión Europea y a Alemania con mucho que resolver.
Al mismo tiempo, Merz ha declarado varias veces que, a raíz de la guerra con Ucrania, el país ha sentido “una falsa sensación de seguridad”, pero no es en sí por la guerra en Ucrania, sino por lo que pasa ahora mismo en el país con el aumento de atentados, tema que justamente no se ha vuelto a escuchar en el plan de Merz y el cual fue un eje de discusión en campaña.
La política de endeudamiento no es nueva: en Latinoamérica muchos gobiernos lo han hecho hasta el día de hoy. Hoy vemos cómo Alemania sigue su ejemplo, pero sin discernir los efectos a largo plazo que esto puede tener. Este cambio de política fiscal es un llamado a dejar el conservadurismo, pero al mismo tiempo se vuelve un reto si los mecanismos de manejo se vuelven cada vez más complejos y burocráticos. El resultado no será el ideal; por lo tanto, Friedrich Merz estará obligado a responder muchas preguntas del cómo para llegar al objetivo del que habló ante un Parlamento que iba de salida y no cuestionará más, pero llega un nuevo Parlamento que seguramente se dispondrá a señalar cada uno de los errores que dicho proyecto fiscal tenga.
Es consultora y analista independiente en Alemania. Trabaja en áreas de investigación y consultoría sobre los siguientes temas: política y relaciones entre la Unión Europea y América Latina, cooperación internacional de Alemania, migración e integración en Alemania. Fue profesora en la Technische Hochschule Aschaffenburg. Integrante del programa de formación como mediadora lingüística y cultural en Aschaffenburg, Alemania. Es miembro de la Latin American Studies Association (LASA), con enfoque en las relaciones Unión Europea–América Latina y el papel de las diásporas en la diplomacia internacional. Ha sido invitada por la Universidad de Berlín a participar en diversas investigaciones sobre América Latina. Colabora con la revista CIDOB d’Afers Internacionals como revisora de artículos académicos. Sus publicaciones se centran en la sociedad civil y su vínculo con la Unión Europea. Ha sido entrevistada por la agencia alemana GIZ sobre política exterior alemana. En México, fue asesora en la Cámara de Diputados. Desde 2009, forma parte del grupo de asesores europeístas de la Delegación de la Unión Europea en México.