El legado del papa Francisco y el futuro de la Iglesia católica

Este 21 de abril de 2025 marcó un hito para la Iglesia Católica con el fallecimiento del papa Francisco a los 88 años en la Casa Santa Marta, tras complicaciones respiratorias. Jorge Mario Bergoglio, el primer papa jesuita y latinoamericano, dejó un legado complejo en sus 12 años de pontificado, caracterizado por reformas, un enfoque en los marginados y una visión global que generó tanto admiración como controversia. Su muerte desencadena un cónclave que definirá el rumbo de la Iglesia en un mundo secularizado y polarizado, enfrentando desafíos que van desde la escasez de vocaciones hasta profundas divisiones ideológicas. Este artículo reflexiona sobre el impacto de Francisco, el proceso del cónclave, los posibles candidatos y los retos que la Iglesia debe abordar en esta segunda década del siglo XXI.

Francisco asumió el papado en 2013 con la misión de transformar una Iglesia marcada por escándalos y rigidez. Su énfasis en la sinodalidad buscó una institución más participativa, plasmada en Praedicate Evangelium (2022), que reorganizó la Curia Romana para hacerla más misionera, incorporando a laicos y mujeres en roles clave, un cambio que sectores tradicionales vieron como una amenaza a la jerarquía. Enfrentó los abusos sexuales con Vos estis lux mundi(2019), estableciendo protocolos para denunciar casos, aunque su respuesta inicial en casos como el chileno de 2018 fue criticada por lenta e insuficiente, dañando su credibilidad. En 2023, aprobó bendiciones a parejas homosexuales sin equipararlas al matrimonio, un gesto que abrió debates sobre la inclusividad, pero que enfrentó rechazo de obispos conservadores, especialmente en África, mientras que su decisión de limitar el rito tridentino en 2021 fue interpretada por tradicionalistas como un ataque a la liturgia histórica.

Su defensa de los migrantes, la ecología (Laudato Si’, 2015) y el diálogo interreligioso, como la Declaración de Fraternidad con líderes musulmanes, lo consolidó como un líder global. Sin embargo, no estuvo exento de críticas. Su enfoque hacia el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela generó desconcierto: mientras los obispos venezolanos denunciaban la represión, Francisco optó por una diplomacia cautelosa que muchos interpretaron como complacencia, especialmente cuando Maduro se burlaba de los obispos sugiriendo que fueran más como el papa. Esta postura, según el National Catholic Register, dividió a la Iglesia local y debilitó la voz profética del Vaticano frente a un régimen autoritario. Además, su crítica al capitalismo en Fratelli Tutti (2020), donde denunció el libre mercado como un dogma neoliberal que agrava la desigualdad, fue cuestionada por sectores conservadores y económicos, quienes la consideraron ingenua y desconectada de las realidades del desarrollo global, acusándolo de priorizar un discurso populista sobre un análisis económico sólido.

Tras su muerte, la Iglesia entró en la Sede Vacante, liderada por el camarlengo Kevin Farrell, quien certificó el fallecimiento y destruyó el Anillo del Pescador. El cónclave, regulado por Universi Dominici Gregis, reunirá a los cardenales electores (menores de 80 años) en la Capilla Sixtina. De los 252 cardenales, 135 son electores, aunque las normas limitan el número a 120, lo que podría requerir ajustes. Los cardenales, aislados del mundo exterior, realizarán hasta cuatro votaciones diarias; el humo negro (fumata nera) indicará que no hay ganador, y el humo blanco (fumata bianca) anunciará al nuevo papa, seguido del Habemus Papam desde el balcón de San Pedro. Francisco simplificó los rituales con Ordo Exsequiarum Romani Pontificis (2024), reduciendo la pompa de los funerales. Su cuerpo será expuesto en la capilla de Santa Marta y enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor. El cónclave comenzará el 6 de mayo de 2025, aunque podría adelantarse si todos los cardenales están en Roma.

El cónclave estará marcado por las divisiones dentro del Colegio Cardenalicio, diversificado por Francisco con 163 nombramientos, muchos de regiones periféricas. Un análisis reciente clasifica a los 135 cardenales elegibles en cuatro bloques: un pequeño grupo de progresistas, partidarios de una Iglesia inclusiva; un bloque moderadamente progresista, alineado con la visión de Francisco; un grupo moderadamente conservador, mayoritariamente de regiones periféricas, opuestos a la ideología de género y el aborto pero progresistas en lo económico; y un bloque conservador dominante, defensor de la doctrina tradicional y crítico de las reformas de Francisco. La mayoría conservadora, combinada con los moderadamente conservadores, supera a los progresistas y moderadamente progresistas, lo que podría inclinar la balanza hacia un candidato más tradicional.

Entre los posibles candidatos destacan Pietro Parolin (Italia, 70 años), un diplomático moderado que podría unir a moderados de ambos lados; Matteo Zuppi (Italia, 69 años), favorito de los moderadamente progresistas por su enfoque pastoral, pero resistido por conservadores; Luis Antonio Tagle (Filipinas, 67 años), carismático y global, aunque cuestionado por su gestión en Cáritas; Robert Sarah (Guinea, 79 años), apoyado por conservadores, pero limitado por su edad; y Fridolin Ambongo Besungu (República Democrática del Congo, 65 años), que representa a las regiones periféricas y podría atraer a moderados con su enfoque en justicia social. Otros nombres incluyen a Juan José Omella (España) y Pierbattista Pizzaballa (Jerusalén). La elección dependerá de las alianzas entre bloques, con los conservadores teniendo ventaja para imponer su visión.

El futuro de la Iglesia: retos y reflexiones

La Iglesia enfrenta desafíos críticos en un mundo cambiante. La secularización en Europa y América ha reducido la asistencia a misa y las vocaciones sacerdotales, con seminaristas en mínimos históricos en 2023, aunque África y Asia muestran crecimiento. Esto ha avivado debates sobre la revisión del celibato o la ampliación del rol de los laicos, temas que dividen a progresistas y conservadores. Las tensiones ideológicas, exacerbadas por las reformas de Francisco, complican la unidad: decisiones como las bendiciones a parejas homosexuales o la limitación del rito tridentino han enfrentado a quienes buscan una Iglesia más inclusiva con quienes defienden la tradición. Los escándalos financieros y de abusos sexuales persisten, exigiendo transparencia y reformas estructurales. En un contexto global, la Iglesia debe equilibrar su mensaje universal con las realidades locales, fortaleciendo su presencia en el Sur Global, donde el catolicismo crece rápidamente.

El fallecimiento de Francisco cierra una era de transformaciones y abre un cónclave que reflejará las profundas divisiones dentro de la Iglesia. Su legado, aunque inspirador para muchos, dejó heridas abiertas: su diplomacia frente a regímenes como el de Venezuela y su crítica al capitalismo evidenciaron los límites de su enfoque, polarizando aún más a una institución que ya enfrentaba fracturas internas. La mayoría conservadora en el Colegio Cardenalicio podría favorecer un papa que priorice la tradición, aunque los moderados buscarán preservar su visión de apertura. El humo blanco que surja de la Capilla Sixtina en mayo de 2025 anunciará no solo un nuevo líder, sino el rumbo de una Iglesia que lucha por mantener su relevancia en un mundo con cambios acelerados.

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