El peronismo recupera impulso y complica el plan de Milei

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La provincia de Buenos Aires, que concentra cerca del 37 % del padrón electoral argentino, volvió a confirmar su peso estratégico. En las elecciones legislativas provinciales del 7 de septiembre de 2025, La Libertad Avanza (LLA), fuerza liderada por el presidente Javier Milei, sufrió una derrota contundente: el frente peronista Fuerza Patria se impuso con el 47,2 % de los votos frente al 33,7 % de LLA, con el 99 % de las mesas escrutadas. La brecha de más de 13 puntos no solo constituye un golpe en el distrito más poblado del país, sino que actúa como un referéndum anticipado sobre la gestión presidencial a menos de dos meses de las elecciones legislativas nacionales del 26 de octubre.

El triunfo de Fuerza Patria, que articula sectores kirchneristas, al gobernador Axel Kicillof y a peronistas moderados como Sergio Massa, refuerza a la oposición en su bastión histórico y expone fisuras en la estrategia libertaria, que apostó por una campaña agresiva sin lograr movilizar a su base en un contexto de descontento económico. La participación apenas alcanzó el 60 %, un dato que favoreció a las estructuras peronistas del conurbano y el interior, donde Fuerza Patria ganó en seis de las ocho secciones electorales y en 99 de los 135 municipios.

Los resultados muestran un mapa desigual para LLA. Mientras el peronismo arrasó en el conurbano bonaerense —corazón industrial y demográfico—, los libertarios solo triunfaron en dos secciones de menor peso: la Cuarta, de perfil agropecuario en el sur, y la Sexta, en el centro provincial. En total, Fuerza Patria capturó la mayoría de las bancas en disputa, consolidando su control en la Legislatura y limitando las posibilidades de Milei de avanzar hacia 2027, cuando se renovará la gobernación.

La derrota adquiere mayor relieve porque fue el propio Milei quien nacionalizó estos comicios. Al presentarlos como una “batalla decisiva” para “poner el último clavo en el ataúd del kirchnerismo”, convirtió una elección provincial en un test directo a su liderazgo. La estrategia, coordinada por su hermana Karina y con figuras como Eduardo “Lule” Menem y Sebastián Pareja en la campaña territorial, no logró contrarrestar la capacidad de movilización del peronismo.

El oficialismo provincial capitalizó además el malestar social frente a las políticas de ajuste de Milei, que si bien han logrado reducir la inflación, lo hicieron al costo de una recesión profunda, caída del consumo y un aumento de la pobreza que supera el 50 %. Cristina Fernández de Kirchner celebró la victoria como un “límite democrático” al presidente, mientras Kicillof la definió como “una victoria aplastante” y pidió abrir un diálogo urgente sobre coparticipación, obra pública paralizada y recortes a jubilados y sectores vulnerables.

Desde la Casa Rosada, la reacción fue de contención estratégica. Milei, que viajó a La Plata para acompañar a los candidatos, reconoció “una clara derrota” que “hay que aceptar”, prometió revisar los errores de la campaña bonaerense, pero ratificó que “el rumbo no se modifica, se redobla”. Ministros clave como Luis “Toto” Caputo (Economía) y Patricia Bullrich (Seguridad) respaldaron esta línea en redes, insistiendo en que el plan de estabilización y libre mercado continuará sin cambios de fondo.

El revés bonaerense se suma a otros traspiés provinciales de 2025 y erosiona el impulso político que Milei había capitalizado tras su victoria presidencial. Analistas señalan tensiones internas, en particular con aliados del PRO, incluido Mauricio Macri, cuya cooperación no aportó los votos esperados. La tercera fuerza, Somos Buenos Aires —coalición de radicales, peronistas disidentes y sectores del PRO contrarios a Milei—, quedó con apenas el 5,3 %, fragmentando el voto no peronista y beneficiando indirectamente al frente ganador.

Las implicancias son inmediatas. En el corto plazo, este resultado complica las negociaciones en el Congreso nacional para aprobar reformas estructurales, mientras los mercados ya reaccionaron con volatilidad: el dólar blue se disparó y las acciones cayeron ante el “riesgo K” que el propio Milei había mencionado semanas atrás. El FMI, que respalda su programa económico, advirtió sobre el enfriamiento de la actividad, y el gobierno convocó una mesa política ampliada con gobernadores y opositores moderados para intentar amortiguar el impacto.

A mediano plazo, el fortalecimiento de Kicillof y el peronismo bonaerense augura una oposición más cohesionada y con mayor poder de negociación en temas federales como la distribución de recursos. Para Milei, el desafío será combinar su programa de liberalización económica con una flexibilidad táctica que le permita sostener gobernabilidad sin ceder su identidad política.

En síntesis, la elección bonaerense confirmó la resiliencia del peronismo en su principal bastión y subrayó la dificultad de traducir un discurso antisistema en victorias territoriales. Con las legislativas nacionales a la vista, el presidente argentino enfrenta el dilema de persistir en su estrategia de choque o introducir correcciones que aseguren el avance de su agenda en un país donde la economía sigue marcando el pulso de la política.

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