
Quien ejerce el poder va a influir –para bien o para mal– en las dinámicas sociales de aquellos que están bajo esa sombra.
La presencia del líder, sus gestos, sus opiniones, incluso su tono de voz, marcarán una línea de comportamiento en el inconsciente colectivo de la sociedad.
«Si el presidente lo hace, yo lo puedo hacer»; «si el jefe lo dice, por algo es», son parte de los conceptos que se van apoderando de la mente de las personas y que sirven de línea de conducta.
En la medida en que las sociedades tengan líderes cultos y apacibles, la sociedad se volverá culta y tranquila; en la medida en que esté dirigida por hombres altisonantes y atrevidos, de esa misma forma se comportará.
La sociedad es el reflejo del presidente o jefe de Estado; aquella frase de «cada pueblo tiene el gobierno que se merece», en mi criterio funciona al revés. Es decir, el presidente tiene el pueblo que él mismo construye.
Las sociedades actuales –a pesar de la alta conectividad y de la enorme cantidad de flujo de información– siguen siendo moldeables por los diversos estímulos que reciben.
Y la figura presidencial (o primer ministro o jefe de Gobierno, como lo quieran llamar) es el generador de la mayor cantidad de estímulos que marcan esquemas de condicionamientos sociales.
Me explico: cuando en Venezuela el presidente de la República, para ese entonces Hugo Chávez Frías, salió diciendo «exprópiese», en la mente colectiva se perdió el respeto por la propiedad privada.
La autoridad máxima del país daba la aprobación para el saqueo, el arrebato y la invasión. Nadie estaba seguro de lo que tenía, y más aún cuando él mismo afirmó que “la tierra es del pueblo que la trabaja y no de los terratenientes”.
Esa actitud licenciosa diseñó un camino por el cual la sociedad venezolana, en su inmensa mayoría, transitó. Ahora, 25 años después, la narrativa del gobierno –que políticamente sigue siendo el mismo– cambió: el conductor y el ambiente de la conducción son otros.
El chavismo actual no es el mismo de hace 20 años; es diferente.
El chavismo sufrió una metamorfosis, y esto se debe al cambio del ambiente, de las condiciones y, sobre todo, del actual conductor del gobierno. Pues, aunque ideológicamente Nicolás Maduro es heredero de Chávez, su perfil y posicionamiento son distintos.
Ahora, les pregunto: ¿la sociedad argentina ha cambiado gracias a la influencia de Milei? ¿La Colombia de Petro es la misma que la de Uribe, hablando sociológicamente? ¿Los dos sexenios consecutivos de los panistas en México fueron iguales a la época de Peña Nieto, o a lo que se ha vivido en los últimos años con Morena?
Cada líder, al ejercer el poder, cambia aquello que gobierna; pues solo un presidente con poco tiempo en el gobierno, o que haya sido intrascendente cuando ocupó los espacios de poder, puede decir que no influenció con sus acciones u omisiones a la sociedad.
Y es que esta relación de sometimiento de la sociedad ante el poder inicia desde la elección. Comienza cuando la mayoría vota por ese candidato que llega al poder; ese proceso de entregarle «mi apoyo» es compatible con la entrega del ser «yo», para que sea el otro quien decida, protagonice y lidere.
En otras palabras, la sumisión política inicia con el voto y se expresa con la imitación social de los comportamientos que se observan en el poder.
Así de claro.
Licenciado en Comunicacion Social por la Universidad Santa María (Venezuela), con especialización en Gobierno Abierto por la Organización de Estados Americanos (OEA). Fue responsable de prensa del candidato a la presidencia de Venezuela Manuel Rosales, ha sido asesor de campaña de varios candidatos, además de fungir como director de comunicación en alcaldías y gubernaturas. Así mismo fue asesor de la Asamblea Nacional de Venezuela en materia de Comunicación.