Es completamente erróneo que para hablar de feminismo o de políticas de género como hombres (heterosexuales) nos limitemos. Claro está que debemos conocer la materia, y es que en esta época de “cristal”, hablar abiertamente de temas de género pareciera exigirnos tomar partido, estar de acuerdo o no con ciertas cosas, criticando desde la inexperiencia o el desconocimiento el sistema, las políticas y todo aquello que ha logrado un avance para visibilizar a la mujer y a los colectivos vulnerables.
La lucha por una igualdad (entendida como las mismas oportunidades) ha avanzado para otorgar espacios a las mujeres y diversidad de géneros en tanto las reformas lo han permitido en términos de ley. Sin embargo, estamos lejos de una equidad verdadera, es decir, de darle a cada quien lo que corresponde, lo cual tiene que ver más con el propio concepto de justicia. A menudo combinamos estos dos términos sin realmente entender que son distintos en origen y que explican situaciones diferentes.
La igualdad sustantiva puede relacionarse como una combinación de estas sin llegar a malas interpretaciones conceptuales, ya que ejemplifica la capacidad de todas las personas para ejercer y disfrutar, en la práctica, los mismos derechos, oportunidades y recursos, eliminando las barreras estructurales, sociales y culturales que perpetúan las desigualdades o algún tipo de violencia estructural.
Esta igualdad, apegada a la realidad, nos ha proporcionado mejores marcos normativos, programas de empoderamiento femenino y mecanismos para la prevención de la violencia de género. Aunque ha sido una necesidad postergada desde el ámbito público, este mes nos toca reconocer esa lucha y promover que la discriminación o la violencia se queden fuera de nuestros actos diarios, de la política, de la administración pública y de cualquier ámbito de la vida de los seres humanos.
Estos retos también deben poner a la vista las brechas salariales entre hombres y mujeres, la violencia contra las mujeres, los estereotipos de género que dañan la personalidad de algunos individuos o el acceso desigual a posiciones de poder. Por ello, celebro que tengamos la primera presidenta de México, la primera ministra, la primera gobernadora o la primera rectora, en fin, que los espacios de poder se compartan con justicia, igualdad y equidad en todo momento.
Se pueden entablar acciones sobre la educación con perspectiva de género en todos los niveles, incorporando contenido escolar que incentive la igualdad sustantiva y real entre hombres y mujeres. También se puede transformar la cultura y cambiar los roles de género, todo ello mediante políticas reales que permitan reducir estas brechas entre unos y otros.
El futuro es ahora, y para llegar a él tenemos que trabajar en este momento mediante los recursos inmediatos e indispensables desde cualquier ámbito donde nos encontremos. Este mes te invito a acercarte a un libro, a leer e informarte acerca de estos temas, donde siempre seremos protagonistas aunque no nos demos cuenta, porque reproducimos (queriendo o no) actitudes que dañan u ofenden la posición que tiene una mujer en nuestra sociedad.
Eleazar Pérez Castro es Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública con especialidad en Políticas Públicas por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex) y Maestro en Gobierno y Administración Pública por la Universidad Complutense de Madrid, España (UCM). Su formación se complementa con diplomados internacionales en temas económicos por la Academia de Estudios Económicos de Bucarest, Rumanía (ASE), y en gobernanza por la Escuela de Gobierno de la UCM.
Es consultor independiente, fundando proyectos como Imagen Política Estado de México y colaborando activamente en diversas iniciativas editoriales. Su experiencia también incluye participación en el servicio público, contribuyendo en instituciones como el SESAEMM, el INFOEM, y el IEEM en México. Además, ha sido conferencista en temas de liderazgo, políticas públicas y gobernanza.