Planteamientos para el impulso social en torno a la apropiación del territorio

Una de las asignaturas pendientes para impulsar el desarrollo sostenible es la exigencia de generar estrategias pertinentes y de largo aliento para promover la apropiación social de los territorios, involucrando a todos los sectores de la población en la generación de alternativas viables y sustentables que permitan garantizar un nivel de vida digno para todas las personas.

Es necesario fomentar prácticas que permitan revalorar la vida y reconstituir el sentido del “ser humano”, a través de la generación de procesos de cohesión comunitaria. El punto de partida es la existencia de una organización social fuerte, que promueva la gestión apropiada del territorio y sus recursos desde una perspectiva sustentable y sostenible. Esto se plantea como una alternativa para reducir de manera significativa la “vulnerabilidad social”, que en algunos casos es derivada de la presencia del crimen organizado, y en otros resulta del aislamiento y de actividades depredadoras del medio ambiente, ya sea por el crecimiento de las zonas urbanas o por el uso insostenible de los recursos naturales disponibles.

Frente a esta problemática, es importante impulsar el desarrollo de capacidades y la creación de oportunidades para que las comunidades, las familias y las personas cuenten con proyectos de vida. De esta manera, su alternativa será la generación de actividades productivas y la satisfacción de necesidades desde una perspectiva humanista, sustentable y socialmente viable.

En este sentido, se trata de crear las condiciones para que las comunidades, a través de sus anhelos, deseos y expectativas, logren formular y traducir en acciones su proyecto de vida comunitario. Así, cada familia y persona podrá visualizar su contribución a dicho proyecto. Por medio de la inteligencia colectiva y la suma de saberes y capacidades, se puede elevar tanto el nivel de bienestar común como el individual.

Reiterando, se trata de incidir, desde un modelo de desarrollo local sostenible, en el fortalecimiento de la vida comunitaria. En este modelo, cada familia y persona busca contribuir al bien común y, por ende, al bienestar familiar y personal, con un horizonte de vida acorde con sus expectativas y propias cosmogonías.

A partir de lo anterior, es importante reconocer que la esperanza es uno de los recursos fundamentales y un derecho al que no se debe renunciar. Se trata de descubrir alternativas viables y realizables que comprometan a todas las personas, instituciones, gobiernos y demás actores sociales relevantes. Esto incluye enfrentar retos, generar alternativas de desarrollo colectivo y concebir un sano equilibrio entre la libertad y la capacidad de generar cambios significativos. Dichos cambios deben incidir en la mejora sustancial de la calidad de vida, basados en principios y convicciones que aseguren una actuación ética y responsable con la sociedad, el medio ambiente y la comunidad.

Es necesario poner en juego nuestras capacidades para adquirir nuevos conocimientos, imaginar un futuro mejor y sumar voluntades para realizar acciones que transformen la realidad, defendiendo la esperanza y asegurándonos de que nadie nos la arrebate. Bajo esta perspectiva, todas las personas podemos salir adelante.

En este sentido, un principio fundamental es el de “cultivar la esperanza” entre las comunidades, a partir de una reconstitución de la cohesión social y la gestión efectiva de los bienes comunes. Ante las limitadas alternativas para satisfacer las necesidades básicas de la población, como alimentación, salud, vivienda, cultura y recreación, entre otros derechos, es necesario generar proyectos basados en el desarrollo de capacidades que permitan garantizar el ejercicio pleno de los derechos humanos.

La gestión del desarrollo sostenible es posible en la medida en que las comunidades logren reconstituir su sentido de pertenencia, ligado a la apropiación social del territorio desde una perspectiva comunitaria. Por ello, es fundamental alentar la planeación participativa para la gestión del territorio, en defensa de los recursos naturales y con un enfoque en el bien común.

En síntesis, reconstituir la esperanza a través de la definición, apropiación y puesta en acción de un proyecto de desarrollo local sostenible implica alentar la organización social desde una perspectiva comunitaria. Uno de los movimientos sociales más potentes y transformadores es aquel que busca la recuperación del territorio como espacio identitario y base para el desarrollo sostenible.

Se trata de generar la capacidad para que la comunidad logre condensar anhelos que den sentido a la vida. Esto abre a las personas, como colectivo, la posibilidad de ser más como comunidad, como individuos, como sociedad y, en general, como humanidad. En esta capacidad de anhelar, ocurre la ruptura entre lo existente y lo que no existe, lograda a través de la imaginación y traducida en la voluntad de hacerlo posible. Esto debe basarse en un conocimiento profundo de su propia realidad, la cual puede ser transformada a través de la acción y el aprendizaje colectivos.

Una organización social es lo que es porque existe la capacidad de producir narraciones sobre lo que se quiere y lo que se busca, partiendo de una relación e interacción de diálogo entre las personas. Este proceso de interacción humana es lo que hace posible la vida, la humanidad y, sobre todo, lo que permitirá alcanzar lo que aún no existe, pero se desea producir para lograr una vida plena para cada miembro de la sociedad, en comunidad.

Eje Global
+ posts

Licenciado en Ciencias de la Comunicación y maestro en Política y Gestión Pública, por el ITESO. Desde 1997 es facilitador de diplomados en gestión pública, comunicación política, planeación estratégica, gobernanza, desarrollo local, para el sector público en el ITESO, la Escuela Mexicana de Participación Ciudadana y la Universidad Iberoamericana. Profesor de las maestrías en política y gestión pública de la Universidad Iberoamericana con sede en León y del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del estado de Nayarit. Ha sido Consultor de ONU- Hábitat.