
La historia reciente de TikTok en Estados Unidos es uno de los episodios más sorprendentes de la política tecnológica global. Lo que empezó en 2024 como una ley bipartidista aprobada por Joe Biden para obligar a ByteDance a vender o cerrar la aplicación por motivos de seguridad nacional, se transformó por completo con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Hoy, más de un año después del plazo original, TikTok sigue funcionando con normalidad para sus 170 millones de usuarios estadounidenses, sostenida por una serie de decisiones presidenciales que han suspendido indefinidamente la aplicación del ban.
El 19 de enero de 2025, la prohibición entró en vigor durante unas horas. Las tiendas de aplicaciones retiraron TikTok y la plataforma mostraba un mensaje de inactividad. Pero el día siguiente, durante la ceremonia de investidura, Trump firmó su primera orden ejecutiva restableciendo la operación de la app y aplazando la entrada en vigor del cierre. Fue un giro total: el mismo presidente que en 2020 intentó prohibir TikTok ahora prometía “salvarla”. La explicación, según sus asesores, era sencilla: Trump considera a la plataforma un canal estratégico para comunicarse con audiencias jóvenes, y desde el primer día decidió mantenerla viva mientras buscaba un acuerdo que “protegiera la seguridad nacional sin destruir una herramienta que usan millones de estadounidenses”.
Desde entonces, el presidente ha emitido varias órdenes ejecutivas posponiendo la aplicación del ban. En teoría, la ley solo permitía una única prórroga de 90 días si había avances verificables en la venta. En la práctica, Trump ha encadenado cuatro extensiones que han creado un limbo legal difícil de sostener pero políticamente funcional. A pesar de las críticas de congresistas demócratas y republicanos —algunos de los cuales impulsaron activamente la prohibición—, ninguna demanda ha logrado detenerlo.
Las negociaciones avanzaron durante meses en un proceso técnico y político que involucró al gobierno de Estados Unidos, a ByteDance y a Beijing. El punto clave era el algoritmo: China lo considera tecnología sensible y no permite su exportación sin autorización. Ese detalle bloqueó durante meses cualquier venta completa y obligó a buscar soluciones alternativas.
En septiembre de 2025, Trump anunció el marco del acuerdo que cambió todo. Según la Casa Blanca, se creará una empresa separada llamada TikTok U.S., controlada mayoritariamente por inversionistas estadounidenses. ByteDance mantendrá una participación minoritaria inferior al 20 %, suficiente para cumplir la ley pero sin poder de control. Fondos estadounidenses —incluyendo a Oracle como operador de datos y seguridad— tendrán la mayoría accionaria. El algoritmo no se venderá directamente, sino que se licenciará y se reentrenará con datos locales para respetar las restricciones chinas.
La valoración acordada ronda los 14 mil millones de dólares, significativamente por debajo de estimaciones previas que la situaban entre 30 y 100 mil millones. La diferencia refleja una negociación política más que financiera, pero también el hecho de que lo que se está vendiendo no es TikTok completo, sino su operación dentro de Estados Unidos, sin transferir plenamente la tecnología central.
En la actualidad, TikTok opera con absoluta normalidad: puede descargarse, actualizarse y usarse sin limitaciones. El acuerdo se encuentra en la etapa de redacción final, pendiente de las aprobaciones regulatorias y de la firma definitiva de los contratos. El plazo vigente vence el 16 de diciembre, pero en Washington pocas figuras políticas creen que Trump vaya a dejar expirar la plataforma: ha invertido demasiado capital político en presentarse como el presidente que “salvó TikTok de Biden” y que logró un acuerdo directo con Xi Jinping.
El proceso no está exento de críticas. Algunos expertos consideran que el acuerdo beneficia desproporcionadamente a aliados empresariales de Trump; otros temen que ByteDance mantenga capacidad de influencia indirecta a través del modelo de licencia. También existe preocupación por el impacto en la competencia: durante la incertidumbre, plataformas como YouTube Shorts, Instagram Reels y la emergente RedNote capturaron millones de usuarios adicionales.
De cara a los próximos meses, el escenario más probable es que el acuerdo se firme y TikTok U.S. empiece a operar como una entidad independiente en 2026. El usuario promedio no notará cambios significativos, más allá de posibles ajustes de marca o notificaciones sobre la transición. La opción de un cierre real parece lejana mientras Trump mantenga el control político. Solo un choque diplomático severo entre Estados Unidos y China podría reactivar la prohibición sin más aplazamientos.
En la práctica, la plataforma que estuvo al borde del abismo no solo ha sobrevivido, sino que se encamina hacia una nueva etapa bajo control estadounidense. Para los usuarios, la conclusión es sencilla: por ahora, pueden seguir deslizando el dedo sobre la pantalla con tranquilidad. En una historia donde tecnología, geopolítica y política interna se mezclan sin descanso, cualquier anuncio podría convertirse en titular global de un día para otro.



