El uso de la inteligencia artificial en la política y los desafíos por superar

La inteligencia artificial (IA) ha emergido en los últimos años como una de las herramientas más disruptivas en diversas áreas del conocimiento, y la política no está ajena a esta situación. En el contexto actual, el marcado flujo de constante información y una ciudadanía cada vez más conectada a través de Internet permiten que las IA ofrezcan soluciones innovadoras para gestionar la complejidad del entorno y todo el quehacer político. Sin embargo, su implementación no está exenta de controversias y riesgos que requieren atención inmediata y obligan a nuestros gobiernos a plantearse grandes dilemas que no deben ser asumidos como una coerción de las libertades sociales.

La influencia de la IA en la política se ha acelerado en los últimos años debido al desarrollo de tecnologías de aprendizaje automático, procesamiento de lenguaje natural y análisis de grandes volúmenes de datos. Estas capacidades han permitido a los actores políticos, desde partidos hasta gobiernos, mejorar sus estrategias y alcanzar a sus audiencias de formas más sofisticadas. Por otro lado, el uso irresponsable o no regulado de la IA puede exacerbar problemas existentes como la desinformación, la polarización y la inequidad en el acceso a la tecnología y a la información.

Estas líneas solo buscan explorar las aplicaciones más relevantes de la IA en el ámbito político y, a partir de allí, analizar los desafíos que deben enfrentarse para maximizar sus beneficios y mitigar sus riesgos.

Aplicaciones de la Inteligencia Artificial en la Política

La IA se utiliza de diversas maneras en la política, desde los aspectos más simples o sencillos hasta los más complejos de estudiar, destacándose principalmente en:

  1. Análisis de datos electorales: A través del análisis de grandes volúmenes de datos, se identifican patrones en el comportamiento de los votantes. Esto ayuda a diseñar e implementar estrategias de campaña más precisas y efectivas, optimizando recursos (humanos y económicos) y enfocando esfuerzos en los segmentos más relevantes del electorado al que se quiere atraer o mantener.
  2. Segmentación de audiencias: Mediante algoritmos de aprendizaje automático, es posible segmentar a los votantes según sus intereses, ubicación geográfica y preferencias políticas, personalizando los mensajes de campaña para mejorar su impacto. Esto se ha utilizado principalmente en campañas presidenciales en Estados Unidos (Trump, Biden y Obama).
  3. Generación de contenido automatizado: Por medio de la producción de discursos, publicaciones en redes sociales y artículos dirigidos a diferentes audiencias, se ahorran tiempo y recursos. Este aspecto guarda estrecha relación con el proceso de segmentación de votantes establecido en el punto 2; no obstante, esta “automatización” no sustituye directamente la generación de contenido realizada por asesores con un propósito particular, por lo que, en líneas generales, se utiliza como una herramienta de apoyo o complemento.
  4. Monitoreo y análisis de redes sociales: La IA facilita el seguimiento de tendencias y conversaciones en tiempo real, permitiendo a los políticos y partidos reaccionar rápidamente a los cambios en la opinión pública. Este aspecto está muy cercano al social listening, ayudando no solo en campañas sino también en gestión pública y en medir la percepción ciudadana respecto a eventos, políticas, escándalos o crisis, entre otros.
  5. Fact-checking automatizado: Los algoritmos pueden identificar información falsa o engañosa, mejorando la calidad del debate público. Suele ser utilizado principalmente por los medios de comunicación para detectar mentiras o fake news en debates o conferencias de prensa.

Desafíos de la Inteligencia Artificial en la Política

Si bien las aplicaciones de la IA en la política ofrecen oportunidades únicas, también presentan una serie de desafíos que deben abordarse no solo en la conversación ciudadana, sino desde los propios gobiernos, organizaciones internacionales y otros organismos. Esto afecta directa e indirectamente aspectos clave para el desarrollo político democrático y el respeto a los derechos humanos y la libertad de expresión.

  1. Transparencia y rendición de cuentas: La falta de transparencia en los algoritmos utilizados es uno de los principales problemas. Las decisiones tomadas por sistemas de IA pueden ser opacas y poco confiables desde el punto de vista social, lo que dificulta comprender cómo se generan ciertos resultados o predicciones. Esto plantea interrogantes éticas sobre la rendición de cuentas y la posibilidad de que los sistemas sean manipulados con fines políticos perversos.
  2. Manipulación de la opinión pública: El uso de IA para crear mensajes personalizados también puede derivar en manipulación masiva de la opinión pública. Las herramientas de microsegmentación pueden ser utilizadas para difundir mensajes polarizantes o plagados de fake news, distorsionando las realidades y controlando a la sociedad mediante discursos determinados.
  3. Amenazas a la privacidad: La recopilación masiva de datos para entrenar algoritmos plantea riesgos significativos para la privacidad de los ciudadanos. Existe una delgada línea entre el análisis de datos con fines políticos y la vigilancia masiva.
  4. Brecha digital y desigualdad: El acceso desigual a la tecnología entre partidos políticos y regiones puede aumentar la brecha digital y generar una ventaja injusta para quienes cuentan con mayores recursos económicos para implementar herramientas de IA.
  5. Automatización de la desinformación: La capacidad de la IA para generar contenido falso de alta calidad, como deepfakes, representa un riesgo para la democracia. Estas herramientas pueden desprestigiar a candidatos o distorsionar información crítica.

Caminos a Seguir

Para superar estos desafíos, es fundamental establecer marcos regulatorios y éticos que guíen el uso de la IA en la política. Algunas acciones concretas incluyen:

  1. Regulación y transparencia: Implementar leyes que obliguen a los actores políticos a ser transparentes sobre el uso de IA y los datos utilizados en sus campañas.
  2. Educación digital: Capacitar a los ciudadanos en el uso crítico de tecnologías y la identificación de desinformación.
  3. Fomento de la inclusión: Diseñar estrategias que garanticen el acceso equitativo a herramientas de IA en todos los niveles de la política.
  4. Colaboración internacional: Promover acuerdos globales para regular el uso de la IA en el ámbito político, asegurando que los avances tecnológicos se utilicen de manera ética y responsable.
  5. Desarrollo de ética algorítmica: Invertir en investigaciones que permitan desarrollar IA explicable, justa y accesible.

La inteligencia artificial tiene el potencial de transformar profundamente la política, mejorando la eficiencia y la capacidad de análisis de los actores políticos. Sin embargo, también plantea desafíos éticos, sociales y legales que deben ser abordados con urgencia. Solo a través de una regulación adecuada y un compromiso colectivo se podrá aprovechar esta tecnología de manera responsable, garantizando que sus beneficios contribuyan al fortalecimiento de la democracia y no a su debilitamiento.

Eje Global
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Amyeris Piñero. Politóloga por la Universidad Central de Venezuela, Magister en Gestión Pública y Desarrollo Local por el Instituto Internacional de Estudios Globales para el Desarrollo Humano (España), Magister en Políticas Públicas (c) de la Universidad de la República (Uruguay), Especialista en Comunicación Política y Electoral. Directora General de ZeitPolitik Consultores, soy consultora y asesora política en diferentes países de Latinoamerica, y he sido docente e investigadora en Universidades chilenas como la Universidad San Sebastian y la Universidad Tecnologica de Chile (Inacap).