
El arancelazo de Donald Trump para el mundo implica una serie de aranceles recíprocos y amenazas de tarifas para diversos países. Estos aranceles varían del 10 % al 97 %, dependiendo del país y de la naturaleza del producto. La política arancelaria adoptada desde julio busca fortalecer la producción doméstica estadounidense y combatir prácticas comerciales consideradas desleales. La Casa Blanca anunció que los aranceles recíprocos se aplicarán de manera amplia, aunque pueden ocurrir ajustes y negociaciones. De hecho, el arancelazo ya ha comenzado a generar una cantidad significativa de ingresos para el gobierno estadounidense.
Esta nueva fuente de ingresos resulta útil para una nación altamente endeudada y, por ello, varios formuladores de políticas estadounidenses afirman que podría comenzar a depender de este dinero de manera permanente. Como parte de su defensa para reorganizar el sistema de comercio global, Trump impuso tarifas pesadas a los socios comerciales de Estados Unidos, incluido Brasil, siendo que la mayoría de ellas entrará en vigor el 7 de agosto. Incluso antes de que comenzaran las tarifas más recientes, los ingresos generados por los impuestos cobrados sobre productos importados ya habían aumentado de forma significativa. Las tarifas aduaneras, junto con algunos impuestos al consumo, generaron 152 mil millones de dólares entre enero y julio, casi el doble de los 78 mil millones recaudados en el mismo período del año fiscal 2024, según datos del Departamento del Tesoro. Trump ha citado rutinariamente estos ingresos como prueba de que su enfoque comercial —a pesar de haber sembrado incertidumbre y comenzado a aumentar los precios para los consumidores— es una victoria para Estados Unidos.
Una amistad que castiga a los brasileños políticamente
¿Por qué las tarifas para Brasil son del 50 %?
El tarifazo de Trump impone tarifas del 50 % sobre productos brasileños a partir del 7 de agosto de 2025. Esta medida fue firmada por Donald Trump y se justifica por presuntas amenazas a la seguridad nacional y violaciones a los derechos humanos por parte del gobierno brasileño. Las tarifas varían del 10 % al 41 % para otros socios comerciales, incluyendo a Brasil, y entrarán en vigor el 6 de agosto. El impacto económico puede ser significativo, con potenciales recortes drásticos en las exportaciones brasileñas y efectos sobre la competitividad de varios sectores.
En julio, Trump ya había hecho una serie de declaraciones de apoyo al expresidente Jair Bolsonaro, del Partido Liberal, y había anticipado la imposición de tasas contra productos brasileños. Aunque algunos especialistas en relaciones bilaterales esperaban la implementación de estas tarifas, la opinión pública, los analistas y la prensa no imaginaban que la medida tendría tal magnitud. La tarifa impuesta a Brasil es la más alta entre todas las anunciadas en esta segunda ronda del tarifazo. Desde el 7 de julio, la administración estadounidense ha enviado notificaciones formales a distintos países, informando sobre las nuevas tarifas que entrarán en vigor. Mientras que a Filipinas se le impuso una tasa del 20 %, y a Laos y Birmania del 40 %, Brasil recibió un castigo arancelario sin precedentes del 50 %.
Trump presentó esta tarifa como una táctica de presión para ayudar a Jair Bolsonaro, quien enfrenta juicio en el Supremo Tribunal Federal (STF) por supuestamente haber planeado un golpe para revertir su derrota en las elecciones de 2022. El expresidente Bolsonaro fue citado nominalmente en la orden ejecutiva firmada por Trump el 30 de julio, donde se oficializa la imposición de esta tarifa. El documento, publicado por la Casa Blanca, justifica la medida como respuesta a “violaciones de derechos humanos” y a “amenazas inusuales y extraordinarias” a la seguridad nacional, la política exterior y la economía de Estados Unidos. Un ingrediente adicional en este episodio es Eduardo Bolsonaro, diputado e hijo del expresidente, quien desde 2024 reside en EE. UU. y había solicitado sanciones contra el ministro Alexandre de Moraes. Sin embargo, Trump optó por una medida mucho más drástica: imponer una tarifa del 50 % a todas las importaciones brasileñas.
“La persecución, intimidación, acoso, censura y procesos políticamente motivados por el Gobierno de Brasil contra el expresidente Bolsonaro y miles de sus seguidores son graves violaciones a los derechos humanos que han socavado el Estado de derecho en Brasil”, afirma la orden firmada por Trump.
El actual presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), publicó en X que siempre ha estado abierto al diálogo y que, en este momento, trabaja para dar una respuesta a las tarifas impuestas por Trump. “Los rumbos de Brasil los deciden los brasileños y sus instituciones”, afirmó. Lula y su gabinete buscan ahora proteger la economía brasileña, las empresas y los trabajadores, al tiempo que evalúan posibles respuestas diplomáticas y comerciales.
Cuando fue cuestionado el 1 de agosto en la Casa Blanca por la periodista Raquel Krähenbühl (TV Globo y GloboNews), Trump afirmó que Lula puede hablar con él “cuando quiera”, reiterando su amor por el pueblo brasileño, aunque también fue enfático en que su problema no es con el pueblo, sino con el gobierno actual, al que acusa de “haber hecho lo incorrecto”.
Demostración de fuerza
Más allá de los lazos personales entre Donald Trump y Jair Bolsonaro, la imposición de tarifas más altas para Brasil parece tener un objetivo político más amplio: demostrar la fuerza de Estados Unidos y condicionar a los gobiernos de derecha actuales y futuros a alinearse con la doctrina norteamericana. Este enfoque busca garantizar mercados más afines a su visión geopolítica, aunque no necesariamente promueve relaciones equitativas.
Posgrado en Gestión Pública y Docencia Universitaria por la Facultad Anhanguera. Tiene especialización en Psicología Social, Grupos Operativos y Psicodrama por la Universidad Popular La Bocca de Argentina, y es funcionario público municipal desde 1987. Es coordinador del Equipo de Articulación con los Consejos Municipales de la Municipalidad de Porto Alegre.